martes, 23 de mayo de 2017

De la política a la politiquería

cronicadelquindio.com,  Mayo 23 de 2017
Jorge Álvarez Villalobos

¿Qué es en esencia la política?, con esa pregunta me sorprendió hace poco un amigo y antes de iniciar mi respuesta, de lo que considero puede acercarse a la definición de política; mi interlocutor reforzó el interrogante, ¿es arte u oficio?.

Es claro que la definición de arte es Universal y se entiende como una actividad e inclusive producto cuyo propósito estético y comunicativo expresa conceptos y genera emociones, aunque puede variar según la cultura, la época y la sociedad que le otorga un determinado sentido.

Sin embargo me vi precisado a consultar al sociólogo alemán Max Weber, quien en su tratado Política y Democracia afirma que, “La política es el arte de mantener la sociedad en funcionamiento a través del bienestar de la comunidad y el mantenimiento de la estructura de poder legítimo”, por lo tanto la política es la influencia sobre la trayectoria y toma de decisiones dentro del Estado, convirtiendo el ejercicio político en la lucha por llegar a participar en el poder o de tener la capacidad de influir en la distribución del mismo.

En ese contexto hemos podido observar que con el paso del tiempo la forma de hacer política y sus protagonistas han mutado notablemente, hasta hace unos años la gran mayoría de hombres y mujeres con sentido cívico hacían de la política un arte vocacional de servicio social, honraban la palabra, las alianzas eran respetadas y se fundamentaban en el bienestar comunitario; las diferencias ideológicas y partidistas se dirimían con decencia, decoro y buenas maneras; había espacio para el disenso y el consenso, eran magnánimos en la derrota y humildes en la victoria, siempre respetuosos de los resultados democráticos.

El sabor amargo de la derrota duraba poco, los partidos y sus principios filosóficos servían para entender que siempre quedaba mucho por hacer, demasiado camino por recorrer en la dinámica política.

La doble militancia era un imposible y menos aún si su fin postrero era lograr escalar un peldaño en las escalas de cargos por elección popular, el militante de un partido lo hacía por convicción y principios más que por las veleidades que el poder ofrece.

Voltearse (entiéndase jugar a la doble sin previamente cambiar de partido o grupo político) era vergonzoso, iba contra el decoro y la dignidad; hoy es común que algunos políticos seudodirigentes den volteretas tan asombrosas que cualquier malabarista del Circo del Sol las envidiaría, pues tienen la virtud de caer parados. 

Anteriormente la mayoría de líderes veían en el ejercicio político el camino propicio para traer progreso y desarrollo a la ciudad y el departamento, las obras eran importantes, mucho más que los beneficios personales, pues no se hablaba de contratación amarrada, ni de “trajes” hechos a la medida, en especial no había espacio para el rufián de barrio, el bravucón del pueblo o el mequetrefe de la comarca que reduce una discrepancia o un punto de vista distinto, a la simplicidad de la amenaza frontal o soslayada, ignorando que el buen político vive para la política y hace de ella su estilo de vida con servicio a la comunidad para construir una estructura social; 

" no así el político perverso que vive de la politiquería, le da solo el valor económico, la convierte en una lucrativa empresa politiquera en búsqueda de poder.

Estos son los que desdibujan la noble tarea esencial de la política, cual es el bienestar general.

** LO RESALTADO ES DE REFLEXIONES AL TEMA PENSIONAL.


Reflexiones al tema pensional

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