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La muerte de Mandela nos plantea la pregunta de cuál es su legado. “Me gustaría ser recordado no como alguien singular sino como parte de un equipo que ha luchado por muchos años, por muchas décadas e incluso siglos”
Nelson
Mandela, ex presidente de Sudáfrica y Premio Nobel de la Paz, ha fallecido a
los 95 años. Su muerte tuvo lugar en su casa de Johannesburgo, en compañía de
su familia, aproximadamente a las 8:50 minutos de la noche, hora local, después
de una prolongado decadencia física que se agravó con una pulmonía el pasado 8
de junio. En un mensaje retransmitido a toda la nación, el actual presidente de
Sudáfrica, Zuma, afirmó: "Nuestra nación ha perdido a su padre… Aunque
sabíamos que este día iba llegar, nada puede reducir nuestro sentimiento de
profunda y dolorosa pérdida. Su lucha incansable por la libertad le hizo
ganarse el respeto de todo el mundo. Su humildad, pasión y humanidad le hizo
ganarse también el amor de todos".
Desde el punto de vista del liderazgo, el Premio Nobel de la Paz de 1993 ofrece varias lecciones claves de liderazgo. En los cursos que dicto, me gusta destacar cinco de ellas, que, junto a otras, considero que definen muy bien su pensamiento, su personalidad y el calado de una figura histórica sin duda especial.
1. Un líder tiene que hacer un uso eficiente del tiempo y demostrar coraje. Siempre es el momento oportuno para hacer el bien. Para Mandela, para hacer el bien se necesita de coraje, que no es la ausencia de miedo sino inspirar a otros para que superen sus temores. Siempre hay barreras que se anteponen a nuestros sueños y objetivos, pero se pueden superar con la estrategia y plan de acción correctos. A veces, la mayor prueba de valentía es no rendirse y levantarse siempre después de cada caída: “La mayor gloria de vivir yace no en nunca caer, sino en levantarse cada vez que caigas”.
2. Un líder tiene que dar ejemplo. Hay que liderar sobre todo con hechos, no tanto con palabras. La imagen y la apariencia son importantes: no sólo hay que ser buenos y competentes sino también parecerlo. Un verdadero líder, por ejemplo, lidera en el “campo de batalla”, bajando a la cancha cuando es necesario; no se encierra en el cuartel general o en el palco, sino que también pasa frío y comparte el mismo menú que sus seguidores.
3. Un líder es un excelente estratega. Sabe liderar en el frente pero sin dejar olvidada su base atrás. Está cerca de sus amigos y aún más de sus enemigos. Entiende que no puede vencer a sus enemigos (a veces uno mismo, a veces la competencia) sin previamente conocerlos muy bien. La estrategia de líder incluye la visión de saber cuándo se debe retirar y la determinación de “dejar el mando” a tiempo, sin engañarse con excusas que esconden la atracción del poder. Retirarse a tiempo también es una manifestación clara de liderazgo, y por eso Mandela, convencido de que el poder ciega, sólo quiso ser presidente durante un período.
4. Un líder tiene que ser flexible, un dictador no. Mandela estaba convencido de que nada es blanco o negro sino que existe una amplia gama de grises. Este principio lo aplicaba a varios ámbitos de la vida, como por ejemplo al modo de enfrentar los problemas. Para Mandela, siempre había varias maneras de solucionar un problema, es decir, distintas respuestas posibles: “Lo importante no es hallar una respuesta sino encontrar la mejor”.
5. Un líder trabaja con sacrificio y perseverancia. Un buen líder piensa, analiza, aterriza la idea pensada y ejecuta: esto es trabajar. Y este trabajo se realiza con perseverancia, porque las cosas grandes implican objetivos grandes y éstos no se alcanzan de manera inmediata. Mandela no creía en la inmediatez pero sí en el sacrificio: “Los verdaderos líderes deben estar dispuestos a sacrificarlo todo por la libertad de su pueblo”. Y donde dice libertad, podemos decir cualquier derecho fundamental que afecte a la dignidad básica del ser humano.
A quien esté interesado en Mandela como maestro de liderazgo, recomiendo leer las ocho reglas de liderazgo de Mandela, según Richard Stengel. Personalmente, me emociona pensar en la figura de Mandela, el hombre que liberó a la Sudáfrica negra, principalmente por su lección de humanidad de. Después 28 años pasados injustamente en la cárcel, salió de ella sin el más mínimo sentimiento de rencor, resentimiento y venganza, sino con la convicción de que todos los hombres y mujeres somos hermanos. Fue un verdadero maestro del perdón, un gran ejemplo para todos los que amamos Colombia y nos duele en el alma la violencia y el drama del conflicto.
Desde el punto de vista del liderazgo, el Premio Nobel de la Paz de 1993 ofrece varias lecciones claves de liderazgo. En los cursos que dicto, me gusta destacar cinco de ellas, que, junto a otras, considero que definen muy bien su pensamiento, su personalidad y el calado de una figura histórica sin duda especial.
1. Un líder tiene que hacer un uso eficiente del tiempo y demostrar coraje. Siempre es el momento oportuno para hacer el bien. Para Mandela, para hacer el bien se necesita de coraje, que no es la ausencia de miedo sino inspirar a otros para que superen sus temores. Siempre hay barreras que se anteponen a nuestros sueños y objetivos, pero se pueden superar con la estrategia y plan de acción correctos. A veces, la mayor prueba de valentía es no rendirse y levantarse siempre después de cada caída: “La mayor gloria de vivir yace no en nunca caer, sino en levantarse cada vez que caigas”.
2. Un líder tiene que dar ejemplo. Hay que liderar sobre todo con hechos, no tanto con palabras. La imagen y la apariencia son importantes: no sólo hay que ser buenos y competentes sino también parecerlo. Un verdadero líder, por ejemplo, lidera en el “campo de batalla”, bajando a la cancha cuando es necesario; no se encierra en el cuartel general o en el palco, sino que también pasa frío y comparte el mismo menú que sus seguidores.
3. Un líder es un excelente estratega. Sabe liderar en el frente pero sin dejar olvidada su base atrás. Está cerca de sus amigos y aún más de sus enemigos. Entiende que no puede vencer a sus enemigos (a veces uno mismo, a veces la competencia) sin previamente conocerlos muy bien. La estrategia de líder incluye la visión de saber cuándo se debe retirar y la determinación de “dejar el mando” a tiempo, sin engañarse con excusas que esconden la atracción del poder. Retirarse a tiempo también es una manifestación clara de liderazgo, y por eso Mandela, convencido de que el poder ciega, sólo quiso ser presidente durante un período.
4. Un líder tiene que ser flexible, un dictador no. Mandela estaba convencido de que nada es blanco o negro sino que existe una amplia gama de grises. Este principio lo aplicaba a varios ámbitos de la vida, como por ejemplo al modo de enfrentar los problemas. Para Mandela, siempre había varias maneras de solucionar un problema, es decir, distintas respuestas posibles: “Lo importante no es hallar una respuesta sino encontrar la mejor”.
5. Un líder trabaja con sacrificio y perseverancia. Un buen líder piensa, analiza, aterriza la idea pensada y ejecuta: esto es trabajar. Y este trabajo se realiza con perseverancia, porque las cosas grandes implican objetivos grandes y éstos no se alcanzan de manera inmediata. Mandela no creía en la inmediatez pero sí en el sacrificio: “Los verdaderos líderes deben estar dispuestos a sacrificarlo todo por la libertad de su pueblo”. Y donde dice libertad, podemos decir cualquier derecho fundamental que afecte a la dignidad básica del ser humano.
A quien esté interesado en Mandela como maestro de liderazgo, recomiendo leer las ocho reglas de liderazgo de Mandela, según Richard Stengel. Personalmente, me emociona pensar en la figura de Mandela, el hombre que liberó a la Sudáfrica negra, principalmente por su lección de humanidad de. Después 28 años pasados injustamente en la cárcel, salió de ella sin el más mínimo sentimiento de rencor, resentimiento y venganza, sino con la convicción de que todos los hombres y mujeres somos hermanos. Fue un verdadero maestro del perdón, un gran ejemplo para todos los que amamos Colombia y nos duele en el alma la violencia y el drama del conflicto.
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