Por Jaime Lustgarten
Qué bueno sería que en Colombia bajara el desempleo. Lo digo en serio. Que bajara realmente y no de manera artificial.
Cuando uno tiene tiempo para hacer turismo por el país, y dinero suficiente para desplazarse y pasear, pues eso cuesta, y la suerte de conocer otros municipios, descubre que no es solamente en el lugar en donde uno reside donde hay ventas estacionarias por todas partes, y una invasión generalizada del espacio público.
En la región Caribe es fácil verlas en Ciénaga, Barranquilla, Soledad, Cartagena, Malambo, Galapa, Santa Marta, por todas partes están y son un grave problema social. Pero estas ventas informales son la solución para muchas personas que perdieron la esperanza de conseguir un buen y estable empleo.
Son personas que se aburrieron de buscar un trabajo, y para no dejarse morir de hambre han montado una pequeña venta callejera, algo mejor que echarse a dormir y comer de la caridad de otros.
Ciertamente el desempleo es un gran problema social y no ha bajado realmente. Lo que ha disminuido es la gente buscando uno, algo que este gobierno leguleyo utiliza astutamente para mentirle a los colombianos.
La gente se cansó de buscar empleo para terminar poniendo una venta de fritos en la esquina de la casa, o vendiendo minutos de celular por ahí, o tratando de conseguir lo que sea para medio comer. No se ven políticas públicas para generar empleo, y pocos municipios en el país tienen planes que permitan el desarrollo de políticas que ayuden a establecer nuevas empresas.
Lo que debemos preguntarnos hoy es si el pueblo va a reelegir las políticas públicas que fracasaron, y seguir con el mismo régimen que empalaga la democracia con mermelada.
La economía no ha despegado y mucho menos las locomotoras de que tanto habló Santos cuando era candidato y discípulo de Uribe Vélez. Ahora que los huevitos se pasmaron, y que mostró sus verdaderos colores, quisiéramos saber cuántos votos realmente eran de Santos y cuantos de Uribe, pues esta reelección parece más una amenaza a la democracia que una verdadera fortaleza de ella. A mi juico esta agarrando fuerza la posibilidad de un voto en blanco generalizado y nuevas elecciones con candidatos distintos. Mejor dicho: menos mermelada y más democracia.
Qué bueno sería que en Colombia bajara el desempleo. Lo digo en serio. Que bajara realmente y no de manera artificial.
Cuando uno tiene tiempo para hacer turismo por el país, y dinero suficiente para desplazarse y pasear, pues eso cuesta, y la suerte de conocer otros municipios, descubre que no es solamente en el lugar en donde uno reside donde hay ventas estacionarias por todas partes, y una invasión generalizada del espacio público.
En la región Caribe es fácil verlas en Ciénaga, Barranquilla, Soledad, Cartagena, Malambo, Galapa, Santa Marta, por todas partes están y son un grave problema social. Pero estas ventas informales son la solución para muchas personas que perdieron la esperanza de conseguir un buen y estable empleo.
Son personas que se aburrieron de buscar un trabajo, y para no dejarse morir de hambre han montado una pequeña venta callejera, algo mejor que echarse a dormir y comer de la caridad de otros.
Ciertamente el desempleo es un gran problema social y no ha bajado realmente. Lo que ha disminuido es la gente buscando uno, algo que este gobierno leguleyo utiliza astutamente para mentirle a los colombianos.
La gente se cansó de buscar empleo para terminar poniendo una venta de fritos en la esquina de la casa, o vendiendo minutos de celular por ahí, o tratando de conseguir lo que sea para medio comer. No se ven políticas públicas para generar empleo, y pocos municipios en el país tienen planes que permitan el desarrollo de políticas que ayuden a establecer nuevas empresas.
Lo que debemos preguntarnos hoy es si el pueblo va a reelegir las políticas públicas que fracasaron, y seguir con el mismo régimen que empalaga la democracia con mermelada.
La economía no ha despegado y mucho menos las locomotoras de que tanto habló Santos cuando era candidato y discípulo de Uribe Vélez. Ahora que los huevitos se pasmaron, y que mostró sus verdaderos colores, quisiéramos saber cuántos votos realmente eran de Santos y cuantos de Uribe, pues esta reelección parece más una amenaza a la democracia que una verdadera fortaleza de ella. A mi juico esta agarrando fuerza la posibilidad de un voto en blanco generalizado y nuevas elecciones con candidatos distintos. Mejor dicho: menos mermelada y más democracia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario