lunes, 9 de diciembre de 2013

Menos mermelada y más democracia.


Por Jaime Lustgarten

Qué bueno sería que en Colombia bajara el desempleo. Lo digo en serio. Que bajara realmente y no de manera artificial. 

Cuando uno tiene tiempo para hacer turismo por el país, y dinero suficiente  para desplazarse y pasear, pues eso cuesta, y la suerte de conocer otros municipios, descubre que no es solamente en el lugar en donde  uno reside donde hay ventas estacionarias por todas partes,  y una invasión generalizada del espacio público.

En la región Caribe es fácil verlas en Ciénaga, Barranquilla, Soledad, Cartagena,  Malambo, Galapa, Santa Marta, por todas partes están y son un grave problema social. Pero estas ventas informales son la solución para muchas personas que perdieron la esperanza de conseguir un buen y estable empleo.

Son personas que se aburrieron de buscar un trabajo, y para no dejarse morir de hambre han montado una pequeña venta callejera,  algo mejor que echarse a dormir y comer de la caridad de otros.   

Ciertamente  el desempleo es un gran problema social y no ha bajado realmente.  Lo que ha disminuido es la gente buscando uno, algo que este gobierno leguleyo utiliza astutamente para mentirle a los colombianos.  

La gente se cansó de buscar empleo para terminar poniendo una venta de fritos en la esquina de la casa, o vendiendo minutos de celular por ahí, o tratando de conseguir lo que sea para medio comer.  No se ven políticas públicas para generar empleo, y pocos municipios en el país tienen planes que permitan el desarrollo de políticas que ayuden a establecer nuevas empresas.

Lo que debemos preguntarnos hoy es si el pueblo va a reelegir las políticas públicas que fracasaron, y seguir con el mismo régimen que empalaga la democracia con mermelada. 

La economía no ha despegado y mucho menos las locomotoras de que tanto habló Santos cuando era candidato y discípulo de Uribe Vélez.  Ahora que los huevitos se pasmaron, y que mostró sus verdaderos colores, quisiéramos saber cuántos votos realmente eran de Santos y cuantos de Uribe, pues esta reelección parece más una amenaza a la democracia que una verdadera fortaleza de ella. A mi juico esta agarrando fuerza la posibilidad de un voto en blanco generalizado y nuevas elecciones con candidatos distintos. Mejor dicho: menos mermelada y más democracia.

Qué bueno sería que en Colombia bajara el desempleo. Lo digo en serio. Que bajara realmente y no de manera artificial. 

Cuando uno tiene tiempo para hacer turismo por el país, y dinero suficiente  para desplazarse y pasear, pues eso cuesta, y la suerte de conocer otros municipios, descubre que no es solamente en el lugar en donde  uno reside donde hay ventas estacionarias por todas partes,  y una invasión generalizada del espacio público.

En la región Caribe es fácil verlas en Ciénaga, Barranquilla, Soledad, Cartagena,  Malambo, Galapa, Santa Marta, por todas partes están y son un grave problema social. Pero estas ventas informales son la solución para muchas personas que perdieron la esperanza de conseguir un buen y estable empleo.

Son personas que se aburrieron de buscar un trabajo, y para no dejarse morir de hambre han montado una pequeña venta callejera,  algo mejor que echarse a dormir y comer de la caridad de otros.   

Ciertamente  el desempleo es un gran problema social y no ha bajado realmente.  Lo que ha disminuido es la gente buscando uno, algo que este gobierno leguleyo utiliza astutamente para mentirle a los colombianos.  

La gente se cansó de buscar empleo para terminar poniendo una venta de fritos en la esquina de la casa, o vendiendo minutos de celular por ahí, o tratando de conseguir lo que sea para medio comer.  No se ven políticas públicas para generar empleo, y pocos municipios en el país tienen planes que permitan el desarrollo de políticas que ayuden a establecer nuevas empresas.

Lo que debemos preguntarnos hoy es si el pueblo va a reelegir las políticas públicas que fracasaron, y seguir con el mismo régimen que empalaga la democracia con mermelada. 

La economía no ha despegado y mucho menos las locomotoras de que tanto habló Santos cuando era candidato y discípulo de Uribe Vélez.  Ahora que los huevitos se pasmaron, y que mostró sus verdaderos colores, quisiéramos saber cuántos votos realmente eran de Santos y cuantos de Uribe, pues esta reelección parece más una amenaza a la democracia que una verdadera fortaleza de ella. A mi juico esta agarrando fuerza la posibilidad de un voto en blanco generalizado y nuevas elecciones con candidatos distintos. Mejor dicho: menos mermelada y más democracia.

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