En este último día de Adviento, la Iglesia nos da a Juan el Bautista como recordatorio de que Jesús es la razón de este tiempo, y porque Juan es un ejemplo de quiénes somos nosotros. No somos la luz de Cristo, pero llevamos Su luz en nosotros. Como portadores de esa luz, nuestra responsabilidad es brillar para que otros puedan ver a Jesús en nosotros.
Nosotros no podemos rescatar a las personas de la oscuridad; ese es el trabajo del Salvador. Dios no nos dio la habilidad de traer católicos perdidos e inactivos de regreso a la Iglesia; sólo el Buen Pastor puede hacer eso. No fuimos creados con el poder de sanar enfermos y liberar adictos de cualquiera que sea su adicción, o dar luz y entendimiento a aquellos que están ciegos a las enseñanzas de la Iglesia; estos son dones que únicamente el hijo de Dios puede proporcionar.
Nosotros somos proclamadores de la buena noticia de que Jesús puede hacer todo esto por las personas que lo buscan a Él. Hasta el grado que nosotros hayamos permitido que la luz de Cristo nos transforme y transfigure nuestras vidas, será el grado en que nosotros inspiraremos a otros, de tal forma que quieran buscarlo a Él.Somos evangelizadores. Es en nuestras obras de amor que otros experimentan a Jesús. Es el brillo de nuestro amor que ilumina la fe de otros.Nuestras palabras son como las palabras en un anuncio; primero las personas tienen que ver el anuncio antes de que lean el mensaje. Nuestras acciones de amor, imitando a Jesús, es lo que llama la atención de las personas.
Como profetizó Zacarías, el padre de Juan, un heraldo prepara el camino hacia el corazón de las personas para que el Señor pase. Pero por sí mismo, nuestro amor no es suficiente para convencer a las personas de que necesitan venir a la iglesia a adorar a Jesús y a recibirlo. Si no tenemos gozo, nuestro amor parece una carga en vez de un regalo. El gozo es el brillo de nuestro amor. Cuando otros ven que tenemos gozo al saber que Jesús nos ama, la fe en Él se convierte en muy atractiva.
Nosotros somos proclamadores de la buena noticia de que Jesús puede hacer todo esto por las personas que lo buscan a Él. Hasta el grado que nosotros hayamos permitido que la luz de Cristo nos transforme y transfigure nuestras vidas, será el grado en que nosotros inspiraremos a otros, de tal forma que quieran buscarlo a Él.Somos evangelizadores. Es en nuestras obras de amor que otros experimentan a Jesús. Es el brillo de nuestro amor que ilumina la fe de otros.Nuestras palabras son como las palabras en un anuncio; primero las personas tienen que ver el anuncio antes de que lean el mensaje. Nuestras acciones de amor, imitando a Jesús, es lo que llama la atención de las personas.
Como profetizó Zacarías, el padre de Juan, un heraldo prepara el camino hacia el corazón de las personas para que el Señor pase. Pero por sí mismo, nuestro amor no es suficiente para convencer a las personas de que necesitan venir a la iglesia a adorar a Jesús y a recibirlo. Si no tenemos gozo, nuestro amor parece una carga en vez de un regalo. El gozo es el brillo de nuestro amor. Cuando otros ven que tenemos gozo al saber que Jesús nos ama, la fe en Él se convierte en muy atractiva.
Les damos a las personas el conocimiento de la salvación y el perdón de sus pecados, solamente si el vencer nuestros pecados nos trae un amor más profundo hacia Dios y nos produce un enorme gozo. Nuestro gozo es la prueba de la ternura y misericordia de nuestro Dios, y así las personas a nuestro alrededor que están sentadas en la oscuridad y sombra de muerte, verán que la luz de lo alto ha hecho una diferencia maravillosa en nuestras vidas. Ellos necesitan ver que la luz de Cristo guía nuestros pies en el camino de la paz, en vez de en un viaje continuo de la misma vieja, vieja, triste miseria.
Así es como Cristo nace en el mundo de estas personas. Así es cuando el Salvador despliega su luz de la verdad en la oscuridad del mundo, los recoge y los lleva a salvo en Sus brazos para sanarlos, liberarlos y perdonarlos.
En el nuevo tiempo de Navidad, puedan nuestras vidas proclamar "¡Gozo para mundo! ¡El Señor ha venido!" Permítele al regalo del amor de Dios brillar en ti, lo cual es posible únicamente si mantienes tus ojos en Jesús.
La falta de gozo es simplemente un velo que no te deja ver lo que Dios está haciendo. No te enfoques en lo que destruye tu gozo, porque nada puede destruir la venida del Señor.
Reflexiones de las Buenas Nuevas
Martes de la Cuarta Semana de Adviento
Diciembre 24, 2013
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