Muchos impuestos en Colombia tienen dualidades increíbles como el gravamen al consumo de licores, el cual busca reducirlo y financiar la salud, pero que en los últimos meses ha disminuido su recaudo por la Ley de Conductores Ebrios, dejando a la salud y los departamentos con problemas de ingresos al desmotivar el consumo, lo cual demuestra el absurdo, como lo reveló el IVA a la cerveza para financiar la salud, a sabiendas de que las personas de ingresos bajos son la mayoría de los compradores de esta bebida.
Nuestra estructura tributaria tiene muchos errores y, desafortunadamente, en las últimas reformas no se han hecho transformaciones de fondo, sino remiendos temporales que buscan tapar huecos de recaudo y no estructurar un sistema tributario simple, sólido, redistributivo, progresivo y dinámico.
Un tema que siempre será espinoso es ponerle IVA a los bienes de la canasta familiar básica, pero esto hay que hacerlo, en particular por tres razones: si todo está tributado igual, la evasión y elusión es menor y se puede controlar mejor; la lógica no progresiva de no tributar, que causa que en todos los bienes en los cuales no hay IVA, las personas de ingresos medios y altos, no paguen ese impuesto, recibiendo de esta manera un subsidio, y la última se refiere al aumento del ingreso medio de los hogares y la reducción de pobreza.
El impuesto a los dividendos es tan sensible como el anterior y tiene razones lógicas: las exenciones de las personas jurídicas no cobijan a las personas naturales; todo ingreso de las personas naturales debe ser sujeto a renta y quizá afecten la base de cotización de aportes sociales, y son impuestos de fácil control y recaudo.
En ambos casos, la polémica es fuerte y tiene argumentos sólidos de opositores y defensores, y es por eso que los tributos se llaman ‘impuestos’, porque si no es una obligación inamovible, nadie lo pagaría.
Colombia tiene un recaudo tributario inferior al promedio de América Latina, al ser del 8,8 por ciento del Producto Interno Bruto, mientras que en la región es de 9,65 por ciento, y en la Unión Europea es del 11,6 por ciento, lo que hace pensar que esto tiene cosas más complejas que las expuestas por Piketty, quien sin duda sonará mucho en torno a este tema.
Asimismo, las rentas departamentales deben cambiar porque no tiene ningún sentido que sigan atadas a sectores en los que se trabaja en desincentivar su consumo como los licores o las gaseosas. La Nación recibe la renta de personas naturales y jurídicas y el IVA, por ser generados de manera nacional, las ciudades el predial y el ICA, que son de generación por usufructo local, y los departamentos quedan descubiertos, porque no tienen que tributar a las personas.
En pocas palabras, decidimos no tributar a las personas naturales en unos temas y dar exenciones a personas jurídicas para favorecer algunos sectores y poblaciones para mejorar las condiciones económicas, pero lo que se ha logrado son asimetrías de mercado y un Estado desfinanciado.
Por eso, la próxima reforma tributaria debe enfocarse en la realidad: que los departamentos se seguirán desfinanciando y que en muchos casos ya no tiene sentido mantener subsidios (o no tributar) en ciertas ramas de la economía, porque el país ha cambiado y seguirá haciéndolo, causando mayores gastos para el Estado y un menor margen de maniobra fiscal.
Camilo Herrera M.
Presidente de Raddar
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