Estos congresistas, que hoy están en otra orilla, podrían salvar al expresidente del debate que le propone el Polo Democrático.
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La lealtad no es precisamente una cualidad de la clase política colombiana. Los congresistas nacionales tienen la característica de cambiar de un lado a otro dependiendo de sus propias conveniencias o de determinado momento político. Hoy están con un gobierno y al otro día pueden renegar de él.
En el actual Congreso son 25 los senadores que durante ocho años fueron aliados leales del gobierno del presidente Álvaro Uribe. Impulsaron sus principales proyectos y respaldaron hasta último momento la posibilidad de abrirle las puertas a una segunda reelección. Pero hoy hacen parte de la llamada Unida Nacional, la que tendrá que garantizarle la gobernabilidad en el parlamento al presidente Juan Manuel Santos.
Estos 25 senadores, que no sólo recibieron su porción en la mermelada uribista, sino que mantuvieron cercanas relaciones con el mandatario, hoy tienen que hacer parte del ejército que defenderá la obra de gobierno de Santos, a la que Uribe le hará oposición.
Pero antes tendrán en sus manos un dilema que no es de poca trascendencia. Permitirle o impedirle al Polo Democrático el debate que el senador Iván Cepeda quiere promover en la plenaria contra el hoy senador Uribe por sus “eventuales” vínculos con personas vinculadas al narcotráfico y al paramilitarismo.
Todo porque el Centro Democrático, a pesar de que Uribe aceptó el debate, buscará que este no tenga lugar. Y la estrategia es pedir el voto nominal y público para la aprobación de la proposición del Polo, con la expectativa de que aquellos senadores que alguna vez estaban a las órdenes de Uribe voten para declararlo improcedente.
Muchos se preguntan si este grupo de parlamentarios, que serán decisivos a la hora de una eventual votación, expongan a su antiguo jefe al feroz debate que le anticipan Cepeda y también la senadora Claudia López.
En el Partido de La U es donde están la mayoría de uribistas conversos. De los 21 senadores, más de la mitad, 12, fueron parlamentarios de confianza de Uribe durante sus ocho años de gobierno.
Empezando por el presidente del Congreso, José David Name, quien en el 2006 fue uno de los artífices del gran caudal electoral que tuvo Uribe en la costa. Incluso, votó por la segunda reelección del expresidente y justificó su decisión así: “Con mi voto favorable sé que estoy haciendo eco al sentir de mis electores y a otros millares de electores que quieren un nuevo cuatrienio para que el presidente Uribe consolide la seguridad democrática”, tal como aparece en su blog personal. Name ya ha dado muestras de que evitaría aprobar el debate contra Uribe, o por lo menos, dilatarlo en el tiempo.
Los cuestionados Musa Besayle y Bernardo Miguel Elías también se fortalecieron políticamente bajo la sombra del gobierno Uribe. Besayle votó a favor de la primera reelección y de la segunda. Ñoño Elías no ha ocultado su uribismo, y también apoyó la segunda reelección.
Roy Barreras y Mauricio Lizcano tienen incluso mayor cercanía personal con Uribe. El expresidente es padrino de bautizo de uno de los hijos de Barreras, y es padrino de matrimonio de Lizcano. Barreras, incluso, fue expulsado de Cambio Radical por apoyar la segunda reelección de Uribe, y ahora es uno de los principales promotores para eliminar esta figura. Y Lizcano también aprobó con su voto la segunda reelección.
Ángel Custodio Cabrerafue otro de los parlamentarios que fueron expulsados de Cambio Radical por apoyar la segunda reelección de Uribe.
Armando Benedetti saltó de la Cámara al Senado en el 2006 teniendo como eslogan de campaña la frase “100% con Uribe” y fue uno de los defensores del referendo para la segunda reelección.
Precisamente entre quienes se la jugaron a fondo por una segunda reelección de Uribe están Roosvelt Rodríguez, heredero de la curul de Dilian Francisca Toro, y Milton Rodríguez, quien en esa época pertenecía al Partido Conservador.
El caso de los senadores Manuel Enríquez Rosero y Carlos Enrique Soto es particular. A ambos se les considera cercanos al expresidente y defendieron las tesis uribistas incluso durante el primer gobierno Santos. Los dos se opusieron a que la Ley de víctimas reconociera la existencia del conflicto armado, uno de los puntos de quiebre entre la relación Uribe-Santos.
Como también el del pastor cristiano Jimmy Chamorro, a quien el año pasado se le vio en reuniones con Uribe en las que exploraron su ingreso al Centro Democrático. Finalmente apareció como cabeza de lista de La U.
De la actual coalición de la Unidad Nacional sólo el Partido Liberal, que hoy tiene 17 senadores, le hizo oposición a Uribe en sus dos períodos presidenciales.
Mientras la tercera bancada, la de Cambio Radical, acompañó las tesis de Uribe en su primer mandato, apoyó su reelección, pero dejó de respaldarlo en la segunda reelección. De la actual bancada de nueve senadores, Arturo Char, Antonio Guerra de la Espriella, Carlos Fernando Motoa, Germán Varón Cotrino y Rosemary Martínez eran habituales en las reuniones de Casa de Nariño y fueron parlamentarios clave en las iniciativas del gobierno Uribe. Pero decidieron ser más leales a Germán Vargas Lleras que a Uribe.
Y Dayra Galvis llegó a Cambio Radical en el 2010, pero antes había sido senadora de Convergencia Ciudadana, reemplazó al Luis Alberto el Tuerto Gil, del partido que siempre respaldó a Uribe.
La bancada conservadora fue aliada fiel de Uribe y también de Santos. Hoy la mayoría de la bancada pide pista en la coalición de gobierno. Y en ella, conformada por 18 senadores, hay hasta 10 que le fueron leales a Uribe. Roberto Gerlein, Efraín Cepeda, Hernán Andrade y Fernando Tamayo, hoy son santistas acérrimos, pero entre el 2002 y el 2012 fueron soporte de leyes como las de justicia y paz, la primera reelección y el referendo para la segunda reelección.
Lo mismo que Juan Manuel Corzo, Eduardo Enríquez Maya, Myriam Paredes, Luis Emilio Sierra y Jorge Hernando Pedraza, con la salvedad que estos cinco parlamentarios hacen parte del bloque que no apoyó a Santos en la reelección, pero ya estarían alineados con los conservadores santistas.
En resumidas cuentas, hoy Uribe, en la plenaria del Senado tiene enfrente 25 parlamentarios a los que les daba órdenes. Ellos mismos podrían salvarlo del debate que le propone el Polo Democrático, si esta semana votan en contra de que este se haga.
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