El Centro Demoniaco supone que el apretado triunfo en la primera vuelta purgó sus delitos contra la democracia.
Fácil resulta imaginar lo que sería el futuro si en verdad este país incurriera en la insensatez de llevar de nuevo a la Casa de Nari a los resentidos que aspiran a regresar inclusive acudiendo a medios lícitos.
A los protagonistas del escándalo del hacker Sepúlveda se les olvida que tienen pendientes varias jornadas con la Fiscalía. A juzgar por las recientes declaraciones del arrogante ex “asesor espiritual” Luis Alfonso Hoyos, cualquiera pensaría que las acusaciones en su contra son un juego de niños, y no el gravísimo prontuario de crímenes que lo acosarán por muchos años. Lo mismo puede decirse de las imágenes del Zorro cantando victoria con su familia el domingo anterior, entre las cuales resulta retadora la presencia de su hijo, el joven David, correo entre el hacker Sepúlveda y su padre, quien está en mora de dar explicaciones sobre su conducta y de que lo llame la Fiscalía a interrogatorio. Eso explica que Óscar Iván, en medio de la algarabía de sus seguidores, amenazara a los medios sugiriéndoles que sólo informen sobre sus cambiantes propuestas de campaña, pues prefiere que se ignoren las evidencias judiciales que lo comprometen.
Pero no son los únicos alebrestados con la victoria precaria de hace ocho días. En el uribismo tienen la cabeza caliente y el corazón envenenado. Basta ver los trinos amenazantes de José Obdulio pidiendo enjuiciar penalmente a Santos el 7 de agosto, o los de la inculta y sectaria María Fernanda Cabal, estigmatizando las regiones donde perdió su candidato o llamando “comunistas ateos” a quienes no comulgan con su credo intolerante. La primordial consigna del Zorro y los suyos es ponerse a salvo de la justicia, como lo intentaron durante la seguridad democrática, en nombre de la cual se perpetraron delitos que siguen impunes.
Los uribistas, además de que tienen experiencia en los gajes de la impunidad, cuentan con el apoyo del procurador Ordóñez, el otro bastión de la tenaza siniestra del laureano-uribismo. Las campañas políticas no deberían permitir que la procuradora María Eugenia Carreño —la misma que enterró sin justificación una investigación por corrupción en el Consejo de Estado que involucra a su jefe— asista a sus reuniones, según su anuncio de los últimos días. ¿A título de qué la Procuraduría tiene que vigilar las campañas, si allá el único funcionario público que podría ser investigado es el presidente Santos, al cual las fauces del procurador no podrán morder jamás porque a él lo juzga la Comisión de Acusaciones? Se quedó el uribista procurador con los crespos hechos, porque, como era de esperarse, el mentiroso de Uribe primero acusó a Santos de recibir dineros del narcotráfico, para luego, bajo la gravedad del juramento, negar que tenga pruebas de semejante calumnia.
En el entretanto, Zuluaga es capaz de todo con tal de conseguir apoyos. Dijo que suspendería los diálogos de La Habana, pero cuando Marta Lucía Ramírez se le sumó con otros goditos —a propósito quedó en su salsa el paracaidista Carlos Holmes posando con la godarria que optó por Zuluaga—, suavizó su rudeza con las Farc, al extremo de que hoy se rumora que está dispuesto a restablecer una especie de Caguán para darle contentillo al excomisionado Camilo Gómez y a su nueva jefa de debate. Pero Óscar Iván está mintiendo porque a las 3:15 p.m. del 7 de agosto sepultaría irresponsablemente el proceso de paz, para cumplirle al patrón.
A quienes se lavan las manos dizque dejando en libertad a sus correligionarios de votar por quien quieran en la segunda vuelta, no entendieron que ser neutral ahora es tomar partido por la violencia y la revancha que encarnan el cada vez más provocador y menos provocativo Óscar Iván y sus peligrosos muchachos.
Adenda. El magistrado saliente Nilson Pinilla revela que en las cortes hay roscas, clientelismo y traición. Tiene razón. La solución sigue siendo la revocatoria de todas esas corporaciones. ¿Qué más tiene que pasar? Entre otras, ¿cuál es el acuerdo entre Francisco Javier Ricaurte, Pedro Munar y otras yerbas con el uribismo?
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