Han sido cuatro años desde que el Dr. Juan Ricardo Ortega tomó la dirección de una de las más dificultosas entidades en nuestro país después de los organismos de seguridad del Estado, la DIAN. La verdad, han sido años de profundos cambios, unos muy buenos, otros no tanto.
Sin embargo, si hay algo de los estamos completamente seguros, es de la honestidad del saliente Dr. Ortega. Sus problemas no pasan por asuntos económicos, sus problemas radican esencialmente en cómo hacer tributar a esos grandes grupos que evaden de forma grosera los impuestos, sectores como el ganadero, o la misma tributación internacional impiden que el país surja.
De allí que el mismo Ministro de Hacienda en declaraciones hechas, manifieste que se necesita un clon. Según el diario económico La República ya suenan varios nombres para reemplazar a Ortega, entre ellos el actual superintendente de industria y comercio Pablo Felipe Robledo, el superintendente de salud Enrique Morales Cobo, el superintendente financiero Gerardo Hernández.
También, existe una fuerte presión de grupos políticos por considerar a la DIAN un botín del cual extraer sus ganancias. Al parecer, congresistas de la Costa Atlántica, están tratando de cobrar al presidente su apoyo, tomándose la dirección de la entidad.
Los Contadores Públicos no debemos permitir que volvamos a las épocas aquellas, donde como lo manifestó el Dr. Ortega, ex directivos recibían como pago de sus delitos, fiestas de dos días con prepagos, fincas, caballos y demás. Una simple indagación explicaría el por qué un ex directivo que antes de ingresar a la DIAN vivía en un apartamento arrendado, termina su periodo e inmediatamente resulta con un Yate.
Evitemos, que los mismos que en sus fiestas paganas dan whiskey a sus caballos sean los que se tomen nuevamente la entidad, y a través de alteraciones a los sistemas, y de doctrina emitida a sueldo, destruyan el trabajo de todos estos años.
Personas como Natasha Avendaño y los demás asesores externos, no pueden quedar bajo el mando de amigos de los corruptos. Nuestro deber como profesionales no es otro más que el de exigir desde nuestras posiciones que el señor presidente nombre a una persona cuando menos, con los mismos principios morales del Dr. Ortega.
Candidatos no abundan, pero se pueden encontrar, simplemente revisar quienes ocupan los viceministerios, nos daría una muy buena opción.
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