Ahora que el presidente Santos ha sido rebautizado con cariño por una seguidora que le alegró la campaña al final, debería aprovechar este relanzamiento de su nombre para corregir errores y encauzar el país por una senda que busque a toda costa superar las demandas sociales acumuladas.
No se discute que el eje de su mandato estará determinado por la apuesta en la mesa de diálogos de La Habana, sobre la cual hay muchas expectativas de parte y parte. Sin embargo, en la medida en que se sigan registrando avances, sería provechoso ir pensando en la conformación de una comisión de sabios para que discuta y plantee una ruta con los temas clave para el posconflicto.
Paralelo a los avances de los diálogos, el presidente ‘Juanpa’ debería repensar las políticas regresivas en materia tributaria con el fin de buscar la aplicación del principio de equidad, esto contribuye a allanar un terreno en pro de la justicia social, que es uno de los elementos clave para la construcción de un país menos inequitativo y para la construcción de la misma paz.
De igual forma, tiene el reto de mejorar la cobertura en educación en todos los niveles, la calidad de la misma y abrir la discusión sobre la pertinencia; así como tendrá que sostener la aplicación de ley de víctimas, privilegiarles sus derechos y garantizarles protección.
También se hace necesario discutir la política de desarrollo económico a la luz del respeto por el medio ambiente y la explotación de los recursos naturales, lo cual no debe ser una decisión mediada por su discrecionalidad presidencial, sino al contrario, definida por medio de una consulta amplia, lo que rompería una habitual forma de gobernar y pondría en evidencia un gobierno incluyente, como lo ha propuesto.
Asimismo, tras reconocer en campaña que había una deuda con los trabajadores y criticó a su contendor ‘Zurriaga’ -como lo llamó su amiga seguidora-, por haber aplicado políticas que terminaron deteriorando el ingreso y las relaciones laborales, urge la adopción de unas reformas que garanticen los derechos de los trabajadores, así como puede ser necesario introducir una política de ‘trabajo decente’.
Finalmente, para alcanzar todas sus promesas quizá sea importante capitalizar las alianzas de tantas personas, que con su condición de expertos en diferentes temas, sería muy benéfico para la construcción de una agenda incluyente y llena de retos.
Aprovechar ese capital potencial político y académico, permitirá ir cautivando a quienes aún no se han convencido de que la concertación y el diálogo son vehículos más eficaces para la superación de conflictos.
Ojalá se logren cumplir las promesas, para que el costo político dentro de cuatro años no sea muy alto, pero ojalá se logre desenmascarar la mentira, para que el país valore y reconozca la verdad, evitando que se vuelva a confundir.
Jorge Coronel López
Economista y Profesor Universidad de Medellín
jcoronel2003@yahoo.es
Economista y Profesor Universidad de Medellín
jcoronel2003@yahoo.es
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