Con cara de inocente. Así apare-ce ante las cámaras un temeroso Óscar Iván Zuluaga cuando lo confrontan.
En gracia de discusión, hasta podría llegar a pensarse que quien aspira a ser el presidente de Colombia es, apenas, una caperucita azul de la política que está presa de los lobos uribistas, ocultos bajo el disfraz de abuela protectora. Pero no. Resulta muy difícil ser el alfil de esa amalgama de intereses oscurantistas que lo impulsa hacia la Casa de Nariño y no saber lo que ocurre en su entorno. De todos modos, suponemos (no obstante su afirmación retadora de que “nada pasará a mis espaldas” y cuyas palabras habrá de tragarse si llega a ganar el 15 de junio), que ha sido sin su consentimiento que el nostálgico movimiento exparamilitar de Restauración Nacional hace campaña a su favor. Y que también ignore que sus miembros, mayoría de hombres entre los 20 y 30 años, provienen de los grupos neonazis tipo Tercera Fuerza. Aún más, que desconozca que ellos, al mismo tiempo que lo apoyan, predican la eliminación de los colombianos “comunistas”, castro-chavistas (entiéndase santistas), judíos, “masones”, fieles no lefebvristas, admiradores de García Márquez, mujeres “abortistas”, homosexuales y otros más (recomiendo ver www.restauracionacional.org).
Restauración Nacional reúne a la ultra-ultraderecha religiosa, política y social. Y no es, apenas, una mano de locos. Ojalá lo fuera. Por el contrario, sabe bien para dónde va su proyecto de extremismo conservador al que nos condujo, ahí sí, sin que muchos se pellizcaran, Álvaro Uribe, el primero de la saga. La transición hacia el totalitarismo será caperucita Zuluaga, presa feliz de las fuerzas que representa. Y la culminación vendrá con el presidente Alejandro Ordóñez, quien para el momento en que Zuluaga termine su período de cuatro años —si no le da por “traicionar” a su padre, el lobo— podrá lanzar con éxito su aspiración máxima de ser el líder de este país pecador, ya sin disfraz porque, para entonces, el exterminio de los que no son iguales a él habrá hecho de las suyas. Restauración Nacional, la heredera del grupo Morena de alias Ernesto Báez, está festejando: homenaje al procurador por su reelección, homenaje a la representante electa Cabal, la esposa perfecta del presidente de la Federación de Ganaderos. (http://noticiasunolaredindependiente.com/2014/06/02/noticias/los-jovenes-de-restauracion-nacional-sus-homenajes-y-sus-fiestas/)
Por cierto, los artículos que se leen en la web de Restauración Nacional exhiben esplendorosamente su carácter. Unos títulos de ejemplo: “Soros (George, multimillonario norteamericano), Santos y el pacto con el diablo”, “García Márquez quizás no entró al cielo”, “El infierno políticamente correcto”, “El fiscal siniestro”. De acuerdo con esos escritos, Soros es “el mayor accionista”, no de los bancos más grandes, sino de “cuanta organización izquierdista se encuentre en el mundo”. El nobel es “un pobre ídolo” y “los únicos que lamentan la muerte de este comunista son... los que están encadenados a satanás”. Mandela es sólo “un negro” del que no puede decirse que fuera “bueno”. Gandhi fue un “pervertido”. Los periodistas somos “prostitutas intelectuales” y el fiscal general, un “neocomunista” y “neo-rosa” (¿?). Ahí tienen, pues, ustedes, señores del MOIR, usted, William Ospina, y demás compañeros de la izquierda incontaminada, el rostro de la Colombia que ayudarán a hacer realidad.
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