jueves, 12 de junio de 2014

Apuesta por la paz....

ELESPECTADOR.COM,   CATALINA RUIZ-NAVARRO 11 JUN 2014 


Catalina Ruiz-Navarro
“¿Qué ganaría Colombia con la paz?”, así titula el informe que acaba de presentar el Programa para el Desarrollo de las Naciones Unidas (Pnud), en alianza con el Cerac, en donde se muestran los beneficios económicos que vendrían con el posconflicto.

El informe plantea escenarios hipotéticos basados en la revisión sistemática de trabajos académicos y bases de datos, y el análisis econométrico y estadístico de la economía colombiana y su principal obstáculo: la guerra.
Según Jorge Restrepo, director del Cerac, el informe entiende la “paz” como la “paz mínima” o la “ausencia de violencia, ausencia del miedo a la violencia y a la guerra”. El documento da argumentos razonables para proyectar que el fin del conflicto armado mejoraría la distribución de tierra y traería una economía más próspera e incluyente. Muestra, por ejemplo, que la economía habría crecido 8,7% cada año desde 2001 (en vez de 4,3%). El ingreso por habitante en 2013 fue de 11.200 dólares y pudo haber sido de 16.700. Sin conflicto armado interno se estaría produciendo en 110.000 hectáreas de tierra adicionales, generando cerca de 700.000 toneladas más de alimentos. También muestra que cada vez que el Gobierno anuncia un acuerdo con las Farc, bajan los costos de los seguros de inversión. Como resultado del posconflicto aumentará la economía formal, reduciéndose la subterránea; se frenará la fuga de cerebros y mejorará el desarrollo de las ciudades intermedias. La eliminación de la violencia del conflicto impulsará una disminución de otros tipos de violencia y un incremento de la seguridad ciudadana. El fin de la guerra también ayudaría a disminuir los preocupantes niveles de inescolaridad, violencia contra niñas y mujeres y hasta deforestación y daño ambiental.
Los colombianos llevamos toda nuestra historia aferrados a la guerra: la más incómoda de las zonas de confort. Por eso es necesario un informe que nos demuestre algo que debería ser intuitivo: estaríamos mejor en tiempos de paz. La guerra les conviene a unos pocos, pero la paz nos conviene a todos. Por eso hoy es importante que todos los ciudadanos reclamemos que el proceso de paz continúe.
Dos iniciativas ciudadanas ya lo están haciendo. La primera es La papeleta de la paz (papeletadelapaz.weebly.com), que invita a depositar una papeleta junto con el voto en la urna, para pedir que la paz sea un mandato de Estado. La segunda es No echemos para atrás, una campaña de la que muchos antisantistas somos parte, y que apoya la candidatura de Santos para conservar las ganancias democráticas que se han logrado en los últimos cuatro años; siendo la principal de todas el inicio del que –hasta ahora– ha sido el más verosímil proceso de paz de nuestra historia.
Nadie ha olvidado que Santos es un oportunista. Por eso hoy dice que va a acabar con el servicio militar, y el Eln anuncia el comienzo de otros diálogos de paz. Pero a mí no me interesa que Santos sólo lo haga porque quiere pasar a la historia como el presidente que logró la paz. Mi apuesta es por Santos, porque esta vez sus deseos y los míos, sus ambiciones y el beneficio del país, van en la misma dirección. ¿Son promesas vacías que pueden cambiar más adelante? Es posible, Santos ya nos dijo que sólo un imbécil no cambia de opinión. Pero Zuluaga no nos ofrece la paz ni siquiera en sus airados embistes que ya lo dejaron incapacitado. Además, los ciudadanos y periodistas que hemos apoyado a Santos en esta segunda vuelta, estamos para recordarle y exigirle el cumplimiento de sus promesas si queda electo. No hay que olvidar que somos nosotros, los veedores del proceso de paz, los que escribiremos la Historia en la que Santos se quiere inmortalizar.

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