Avanza la implementación de las normas NIIF en Colombia.
Tras asumir los reajustes de la reforma tributaria, las empresas del país se han enfocado en adoptar el nuevo estándar internacional, que busca una mayor transparencia en el reporte de la información y la gestión corporativa.
Según el tamaño de la empresa, la adopción de las normas NIIF puede suponer inversiones que lleguen a los $5 millones. / 1 23 rf
El segundo semestre de 2013 fue lo más parecido al infierno para los departamentos de contabilidad de buena parte de las empresas colombianas. Todos ellos tuvieron que, por un lado, hacerle frente a la expedición de los más de 30 decretos que reglamentaron la nueva reforma tributaria y adaptar el funcionamiento corporativo a los nuevos requerimientos, y, al mismo tiempo, seguir supervisando la transición contable a las Normas Internacionales de Información Financiera (NIIF), que regirán en el país a finales de 2015.
“Las empresas escogieron la prioridad de los impuestos. Si no lo hacían, se les venía una sanción”, recuerda Edmundo Flórez, especialista contable. Un enfoque que, de mantenerse constante, iba a generarle serios problemas al país, pues cálculos preliminares de firmas de asesoría en contaduría internacional señalaban que el 80% de las empresas locales no cumplirían con la norma en los plazos establecidos. Y ese obstáculo, además de sanciones, les traería problemas al exportar, competir por contratos con clientes internacionales o atraer inversionistas.
Porque las normas NIIF son un paso estratégico en la internacionalización de la economía colombiana, en especial ahora que el país busca ser parte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Se trata del nuevo estándar contable mundial que busca fortalecer la transparencia al brindarle tanto a los accionistas, posibles inversionistas o autoridades, las cifras actualizadas y comparadas de cada empresa.
Una realidad que comenzó a regir en Colombia a partir de 2009 con la expedición de la Ley 1314, que impone un plazo de adopción y divide a las empresas en tres grupos: el primero, integrado por los emisores de valores y las grandes empresas del Estado (con activos superiores a 30.001 salarios mínimos y más de 201 empleados); el segundo, por las pyme (hasta 30.000 salarios mínimos en activos y 200 puestos de trabajo), y el tercero, que aplicarán un estándar más sencillo, por las microempresas (activos, excluyendo vivienda, de más de 500 salarios mínimos y más de 10 trabajadores).
El cambio es tan profundo que ha implicado, en muchos casos, reestructurar áreas completas. “El éxito en la integración de las normas NIIF dependerá en gran medida de una adecuada planificación, la cual debe incluir una revisión y el entendimiento propio de los estándares, un equipo interdisciplinario, capacitación de los empleados, la revisión conjunta con auditores externos y contar con una herramienta informática robusta y capaz de soportar la integración”, comenta Liliana Cruz, gerente de Servicios de Globalización de SAP, una de las multinacionales expertas en estos procesos.
La alarma de los expertos comenzó a apagarse a principios del presente año, cuando las empresas retomaron las capacitaciones contables. Y no era para menos, porque el reloj estaba corriendo en especial para los grupos uno y tres, que en diciembre de 2015 deben reportar su primer balance comparado con un año de anterioridad (el segundo debe hacerlo en diciembre de 2016). Si tenían que hacer inversiones, era mejor desembolsarlas de una vez.
“En el primero están las más grandes, casi el 0,5% de las empresas de Colombia, pero las que más contribuyen al PIB. Dependiendo de la complejidad de su operación, hay proyectos de actualización que se acercan a los $400 millones o se extienden hasta US$1 millón”, afirma Flórez, quien matiza que en el grupo tres, donde está casi el 98,5% de la fuerza productiva del país, ese costo no supera los $5 millones. “Por último, las empresas de la segunda categoría están caracterizadas por contar con múltiples servicios. Es fácil encontrar en ellas a pequeños supermercados con una alta rotación de productos. Para ellos, un proyecto de implementación puede costar entre $30 y $100 millones”, agrega.
Las capacitaciones y la inversión tecnológica han sido constantes en los últimos cinco meses; sin embargo, sólo hasta diciembre de 2015 se sabrá cuántas empresas cumplieron. Se estima que cerca de 23.000 reportan su información a la Superintendencia de Sociedades, pero éstas son, principalmente, de gran impacto: multilatinas, firmas con operación en todo el país y un amplio reconocimiento de marcas. De las demás es muy poco lo que se sabe más allá de sus registros mercantiles.
A este ritmo avanza Colombia por el camino del reconocimiento contable internacional. Y quienes no se sumen a la marcha, podrían pagar un precio muy alto, en especial si se estima que las sanciones más graves comprenden entre 300 y 500 salarios mínimos. Por supuesto, las ganancias traen grandes promesas. Para Flórez el propósito de esta iniciativa es erradicar un mal endémico de las empresas colombianas: “Existe hoy la tendencia a no suministrar toda la información para pagar menos impuestos o no revelarle el estado real a la competencia. Pero las normas NIIF trabajan con información transparente. Y buscan que todo el país siga esa senda”, concluye.
dmayorga@elespectador.com
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