Rudolf Hommes
Tanto la idea de ampliar la jornada como la de mejorar la calidad de los maestros parecen indicadas, siempre y cuando no se vuelvan simples mecánicas.
Hace unos veinte años fui invitado a un foro sobre desarrollo económico en Bogotá y le dediqué la charla al tema de la educación. Después de la presentación se acercó un colega columnista y me dijo que le había parecido importante hacer énfasis en educación, pero que tuviera en cuenta que “la educación no registra”. Observo con complacencia que ahora no solamente registra, sino que es uno de los temas más destacados en la agenda de los candidatos a la Presidencia. El candidato del Centro Democrático propone extender la jornada escolar a jornada única, con dos comidas diarias gratuitas para los estudiantes y una significativa ampliación de la infraestructura educativa. El presidente Santos está trabajando en una ambiciosa propuesta en la que también se aumentaría la jornada escolar, ha acogido muchas de las propuestas del estudio de la Fundación Compartir, recientemente divulgado, y otras propuestas importantes que han surgido del Sena.
El estudio de la Fundación Compartir destaca el impacto que tienen los maestros como variable decisiva en la calidad de la educación y propone cambios en el sistema educativo que “tienen como eje el docente”. Buscan profesionalizar la docencia y elevar la educación, la calidad, el ingreso y la dignidad de los maestros. Peñalosa también tiene una propuesta educativa basada en los logros que tuvo como alcalde en el campo educativo. Para señalar la importancia que le va a dar a la educación, ha nombrado como compañera de fórmula a Isabel Segovia, exdirectora de la Fundación Compartir que supervisó el estudio sobre docentes.
Ahora que se le ha dado un indiscutible rango a esta área, lo importante es que se lleven a cabo las reformas. Tanto la idea de ampliar la jornada como la de mejorar la calidad de los maestros parecen indicadas, siempre y cuando no se vuelvan simples mecánicas. No se va a hacer nada si se aumenta la jornada para suministrarles a los estudiantes material irrelevante con el que no se relacionan. Ni se gana algo pagándoles más a los maestros o dotándolos de mejores herramienta si no se desarrollan entre ellos una mística y compromiso con la misión educativa.
Lo más difícil va a ser crear el sentido del deber que ha caracterizado a los maestros en donde ha triunfado la educación. El paradigma del maestro humanitario, responsable y exitoso en su misión es el del profesor de Albert Camus en Argelia, que hizo posible que el hijo de una madre sordomuda y analfabeta proveniente de una familia obrera muy pobre se preparara para ingresar al lycée que le abrió las puertas para entrar a la universidad (El primer hombre, Tusquets Editores, 1994), obtener el Premio Nobel de Literatura y conservar suficiente independencia para enfrentarse a los más destacados intelectuales de su época en Francia. Posiblemente ese maestro no era el más educado, el mejor pagado o el más destacado de su generación. Era un maestro en un barrio pobre que vio el potencial del niño y le puso atención.
Maestros de este tipo probablemente no son la norma, pero existen y quizás no son escasos. Pero no es fácil encontrarlos ni compensarlos por su labor y su abnegación. Ahora ha aparecido una información generosamente recopilada por Javier Moreno ( http://finiterank.github.io/saber_notebooks/) que muestra que los colegios públicos con mejores resultados en las pruebas Saber 11 del 2013 no son los colegios de las grandes ciudades, sino de pueblitos pequeños en Santander, Nariño, Boyacá y, con menor representación, Antioquia y Huila. Sospecho que eso se debe a los maestros de esos pueblos. Vale estudiarlos para establecer qué cualidades poseen ellos y las comunidades.
Rudolf Hommes
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