Mientras el país político judicial se concentra en las complejidades del asunto Petro, otros personajes del Estado aprovechan el desorden para continuar con su festín, en este caso del bien de la justicia, sin asomo de arrepentimiento. Todo lo contrario: cada día nos desafían con su cinismo exhibicionista.
Las críticas de la prensa, el análisis de académicos, columnistas y juristas que los pintan tal cual son, y su ya maltrecha imagen reflejada en las encuestas les importan un pito. Siguen aferrados al inciso de la ley para disculpar, con sus penosas respuestas, ponencias y sentencias, la laxitud de su moral. Creen que nos pueden aturdir con sus discursos floridos o atemorizar con su poder de juzgamiento. Pero no. Ahí estamos, vigilando hasta cuando nos quiten el derecho a opinar, un propósito que pueden concretar por una vía o por la otra.
La señora del crucero está en su salsa: la semana pasada la Corte Suprema, a la que la paseadora asiste en calidad de magistrada y expresidenta, eligió a su socio del viaje por las islas del Caribe, Álvaro Fernando García Restrepo, para hacer parte de la misma corte. García reemplazará a Arturo Solarte, quien renunció porque no soportó el ambiente judicial (“no quiero ser un obstáculo para el rumbo que se le quiere dar a la Corporación”, dijo). El renovado García no se subió de casualidad al buque Monarch. Es amigo de Díaz de tiempo atrás, puesto que viene del tribunal de donde ella salió (el Superior de Bogotá). Ahora, además de compañeros de vacaciones, lo serán de labores, porque García será miembro de la Sala Civil a la que Ruth Marina Díaz pertenece hoy. ¿O será al revés: la sala, la corte, las cortes le pertenecen a ella? El trencito de nombramientos y brincos de corte en corte no para. Avanzó su trayecto imperturbable. La esposa del recién llegado García Restrepo se llama Luz Estella Roca Betancur. Ella también es magistrada titular, también estuvo en el Tribunal Superior de Bogotá y... (suspenso con redoble musical al fondo) también disfrutó del crucero. No se vayan porque hay otro “también”: ¡fue magistrada auxiliar en la Corte Suprema de Díaz! Roca Betancur fue nombrada en el Tribunal Superior de Sucre hace menos de siete meses, cuando ya los cálculos de su marido y de la “dueña” Díaz estaban milimétricamente hechos: el exmagistrado Solarte anunció su retiro en mayo de 2013, pero dijo que se separaría del cargo el 30 de agosto. Ese mismo día Roca se estaba posesionando en Sincelejo, tal vez para que no quedara tan mal que ella fuera una especie de subalterna de su maridito en la capital.
Cero y van dos. Pero faltan datos. La rapiña por los cupos en las altas cortes se ha trasladado, recientemente, a la Corte Constitucional por el retiro del respetable Nilson Pinilla, quien cumple su período. El crucero pita su salida del puerto. Entre los 43 aspirantes que la Suprema escuchó ayer en audiencia pública para guardar las apariencias, está doña María Patricia Cruz Miranda, otra vez —y perdonen la repetición—, compañera de paseo y magistrada del Tribunal Superior de Bogotá. De ella, la propia Ruth Marina Díaz aseguró que fue la que le compró el boleto para el periplo marino. “Las diligencias para adquirir (mi) pasaje (al crucero), debido a mis múltiples ocupaciones administrativas, las realizaron mis colegas María Patricia Cruz Miranda y Clara Inés Márquez Bulla”. Con semejante madrina, Cruz va en coche, perdón, en transatlántico, a la inclusión de su nombre en la terna de finalistas. Crucero efectivísimo de intereses particulares.
Entre paréntesis.- En medio de este panorama apestoso, la consejera de Estado Susana Buitrago quiere convencernos de que la ecuación “yo te elijo y después tú me eliges” es constitucional y legal. Le faltó decir que, además, era una situación justa y necesaria porque los actuales miembros de las cortes nacieron en una casta divina.
POR: LEONOR LONDOÑO
ResponderEliminarBuenos días,
Sin palabras, es una vergüenza, Dios padre nos proteja y les proteja
Saludo fraternal,
LEONOR ISABEL LONDOÑO ALGARIN
ABOGADA