Aunque los miembros de la comisión de concertación salarial ven un buen ambiente para negociar esta semana, desde algunos gremios se rumora que el ajuste está en manos del presidente Juan Manuel Santos. Expertos señalan que un aumento por encima del 4% perjudicaría a los empleadores y a la generación de trabajo formal.
La comisión de concertación salarial se reunirá de nuevo mañana para continuar con la discusión que, según lo programado, terminará el próximo viernes. / Cortesía Mintrabajo
En medio de una agitada coyuntura política de cierre de año, en la que el presidente Juan Manuel Santos oficializó sus intenciones de reelección, el consabido debate para reajustar el salario mínimo comenzó a tomar forma desde el pasado lunes. Y es que esta discusión no será similar a la de los últimos tres años ya que desde varios gremios se escucha decir que esta alza de la remuneración que reciben 1,16 millones de colombianos deberá ser generosa para garantizar el éxito de Santos en las urnas el próximo año.
Sin embargo, algunos expertos aseguran que un incremento por encima del 4% podría traer consecuencias nocivas para la generación de empleo formal, y por supuesto, para los empleadores (pese a que la carga parafiscal se redujo en 13,5 puntos con la reforma tributaria —Ley 1607 de 2012—).
El debate ya comenzó a tibiarse con frases como la pronunciada en días pasados por el vicepresidente de la República, Angelino Garzón, quien dijo que “el Gobierno debe tener mucha generosidad, lo mismo que los empresarios con todos los trabajadores que ganan el mínimo. Si la hay es posible llegar a un acuerdo. Hay que evitar ser prisionero de cifras que pueden terminar siendo miserables”. Sin embargo, algunos actores de la negociación –que pidieron no ser mencionados-, le dijeron a este diario que no ven fácil que se llegue a un trato y creen que la remuneración base de $589.500 será ajustada por la vía de un decreto, tal y como sucedió en 2012 (2011 fue la excepción más reciente).
Antes del inicio de la negociación, el Gobierno tenía claro que los últimos tres incrementos al salario mínimo han estado por encima de variables claves para el reajuste como lo son inflación (causada y proyectada) y productividad. Con datos en mano (una inflación causada del 2,4% y una productividad de 0,8%), la base de la discusión es un alza cercana al 3,3%. Sin embargo, Sergio Clavijo –presidente de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (Anif)–, no ve prudente que el reajuste supere el 4% ya que “esto dañaría la buena dinámica que trae el descenso del desempleo que ya está promediando en lo corrido de 2013 una tasa del 9,9%”. De darse el aumento del 4%, el pago pasaría a $612.500.
Según los cálculos del presidente de la Anif, parte de la problemática para no pensar en ajustes más generosos radica en que “Colombia se ha salido en las comparaciones internacionales en materia de salario mínimo”. Otra razón para no subirle al sueldo, de acuerdo con Clavijo, consiste en que pese a la reducción de la carga parafiscal aprobada en la Ley 1607, “hay sobrecostos en el salario mínimo del orden del 46%. Esa remuneración duplica en dólares el salario medio de Asia. Por eso no conviene desbordar el incremento”. Aún así, cree que el desmonte de la parafiscalidad a las empresas del país todavía es muy lento.
“El reajuste puede ser más de lo acostumbrado por cuenta de un año electoral. Sin embargo, no creo que se esperen grandes saltos”, manifestó Stefano Farné, director del Observatorio del Mercado de Trabajo y Seguridad Social de la Universidad Externado de Colombia. En línea con esto, resalta que si son ciertos los beneficios anunciados por el Gobierno en materia de reducción de la carga parafiscal para las empresas, los empleadores van a tener este año un margen mayor para proponer un reajuste mucho más alto. “Hacen propaganda para bajar costos a los empresarios sin poner en riesgo la generación de empleo formal. ¿Por qué no pueden pagar un incremento del 5%?”.
El salario en términos reales, y paralelo al crecimiento de la productividad, según Farné sí ha crecido desde 1995. “En México, Uruguay y Brasil, la remuneración mínima aumentó varios puntos en unos pocos años. En otros países sí ha crecido de manera fuerte sin efectos graves sobre el empleo”.
Julio Roberto Gómez, presidente de la Confederación General de Trabajadores (CGT), reitera que la petición que hacen las centrales obreras (un incremento del 8%, que se traduce en $47.160 mensuales y en $1.570 diarios), no es descabellada ya que tras la reforma tributaria los empresarios salieron beneficiados en materia de reducción de parafiscalidad y también, en cuanto al pago de tributos.
“Si el presidente Santos quiere reelegirse y anuncia ríos de leche y miel, el ingreso de Colombia a la OCDE, la disminución de desempleo y de la pobreza, lo inteligente es que muestre una actitud generosa con los trabajadores. La misma que tuvo para resolver la reclamación a los congresistas e incrementar sus salarios en $8 millones”, dijo Gómez, quien cree que un aumento del 3,5%, como ya se ha rumorado por parte de algunos gremios, no basta ni siquiera para recuperar el poder adquisitivo de los empleados en 2014.
Al hacer un comparativo con Latinoamérica, un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) explica que “si bien durante la última década la mayoría de países de la región ha seguido una política relativamente activa de salarios mínimos, los resultados han sido diferenciados”. Esto significa que naciones como Brasil, Nicaragua y Uruguay han trazado una política de aumentos notables en los últimos años.
“Chile, Colombia, Costa Rica y Ecuador, siguieron una política de incremento anual del salario mínimo en términos reales que se reflejó en un mejoramiento constante de su poder adquisitivo con tasas promedio anuales que fluctúan entre el 3 y 1%. Estas variaciones son cercanas a la mediana regional (1,72%)”, explica el informe del organismo.
“En Colombia han pasado siete años en los que los salarios han crecido por encima de productividad e inflación. Los trabajadores han ganado capacidad de compra y han mejorado sus ingresos de modo significativo”, explica José Manuel Restrepo, rector del Colegio de Estudios Superiores en Administración (CESA), al tiempo que manifiesta que esto es positivo en línea con la reducción de la pobreza y el fortalecimiento de la clase media.
Pero la otra cara de la moneda, para el académico, es la visión que tienen los empresarios frente a un aumento en sus costos laborales. “Algunas compañías han tenido que elevar el resto de sus salarios con el mínimo. Sus niveles no se han ajustado. Eso quita margen competitivo. Los costos laborales en Colombia son muy altos frente a la región”. Aún así, cree que con la pasada reforma tributaria se ayudó a los empresarios del país y que el debate debe estar enfocado no sólo en la competitividad de los empresarios, sino en garantizar “un salario mínimo vital”.
Camilo Herrera Mora, presidente de la consultora Raddar, cree que el aumento bruto del salario mínimo como cambio porcentual completo durante los años recientes (por ejemplo, el reajuste de 4,02% para 2013) “tiene una correlación negativa con el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB)”. Esto significa que “el aumento del salario genera que el PIB no crezca tanto. Eso le da la razón a los empleadores”.
Aún así, y en medio del debate, Herrera asegura que el Gobierno ha cumplido con el mandato de la Corte Constitucional aumentando el salario de más y cree que este “está aportando más del 20% del crecimiento de la remuneración mínima. Esto indica que la decisión política es fuerte”.
Aunque los miembros que componen la comisión negociadora del salario mínimo garantizan que el ambiente es bueno, las discusiones entre empresarios, centrales obreras y Gobierno que tendrán lugar mañana y el próximo viernes, serán definitivas. De lo contrario, en manos del presidente Santos –como dicen las voces gremiales– quedará el reajuste y quizás, la definición de las próximas elecciones
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