En ocasiones los monstruos que irrumpen en las pesadillas de los
niños sí se esconden debajo de sus camas. En el 90 % de los casos de
abuso sexual a menores, explica la intendente María Eugenia Pozú, quien
lleva años investigando violaciones, los agresores están en el hogar:
padrastros, tíos, primos, padres, vecinos o amigos de la familia. Lea tambien: http://jujogol.blogspot.com. co/2016/12/solo-el-6-de-las- denuncias-de-abuso.html
La tragedia que conmocionó esta semana al país: la violación y asesinato de Yuliana Andrea Samboní, de 7 años,
hace parte de ese 10 %. Su presunto agresor, Federico Uribe Noguera,
no tenía contacto con la menor. Aunque había rondado, según las
autoridades, el barrio en otras ocasiones.
El intendente
de la Policía Rafael Solís, capturado en agosto pasado en Tuluá,
tampoco conocía a la niña a la que presuntamente violó. Según la
Fiscalía, el 12 de julio de 2014, este hombre “habría engañado a su
víctima al ofrecerle dinero a cambio de botar unos escombros, para
llevarla hasta el sitio donde se registró la violación”.
El uniformado fue capturado en agosto pasado y un juez lo envió a la cárcel.
Dos
meses después, un hombre de 52 años fue capturado en el barrio La
Sultana por agredir sexualmente a una niña de 11 años.
La menor fue abordada por el agresor a las afueras de una institución educativa, la amenazó y se la llevó a un lugar desolado, donde la amarró y abusó de ella.
La menor fue abordada por el agresor a las afueras de una institución educativa, la amenazó y se la llevó a un lugar desolado, donde la amarró y abusó de ella.
Este año, según cifras de la Policía, han sido capturados
en Cali 131 personas por delitos relacionados con abuso sexual a
menores. Solamente, entre enero y mayo pasado, a la regional de
Bienestar Familiar ingresaron 341 menores víctimas de abuso sexual a un
proceso administrativo para el restablecimiento de sus derechos.
El
director del Instituto Nacional de Medicina Legal, Carlos Valdés,
expresó su preocupación por el aumento de denuncias de abuso sexual a
menores. “El Valle del Cauca está ocupando el segundo lugar después del
departamento de Antioquia. El tercer lugar lo ocupa Bogotá”, explicó.
El año pasado la regional Valle de Medicina Legal realizó 1937 dictámenes de menores víctimas de abuso sexual.
En
Cali, las autoridades reciben diariamente un promedio de entre tres a
cinco denuncias por abuso sexual. Para investigar estos casos, hay once
fiscales. Sin embargo, cada uno de estos funcionarios tiene un promedio
de 300 procesos por resolver.
Los agresores son conocidos
La
capitán Marcela Narváez, comandante de la Policía de Infancia y
Adolescencia de la Metropolitana de Cali, coincide en que la mayoría de
los agresores son personas cercanas al hogar de los pequeños.
“Son
de su círculo familiar o cercano. Ellos en muchos casos se ganan la
confianza de los niños dándoles regalos o jugando con ellos. Y después
les realizan tocamientos. Estas personas les hacen creer a los niños que
eso es normal o en otros casos los amenazan para que no cuenten. Les
dicen que le matan a la mamá”, agregó la capitán.
En
agosto pasado la Sijín capturó en el barrio La Rivera a un tecnólogo
sindicado de abusar de la hermana de 8 años de su esposa. Este hombre
amenazaba a la niña: si decía algo, a ella se la llevaban a Bienestar
Familiar. Ese mismo mes arrestaron a un hombre que durante cuatro año
abusó de su hijastra, de 10 años.
“En esa ocasión la mamá se
enteró y denunció, pero hay otros casos en los que las mujeres no
denuncian por miedo a su esposo o por dependencia económica”, explicó la
intendente Pozú.
Este año capturaron a un técnico en
mantenimiento en mecánica industrial de 48 años, sindicado de abusar de
su hijastra de 10 años. La niña soportó los abusos durante cuatro años e
incluso la obligaba a ver películas porno.
El psiquiatra forense
Óscar Díaz, quien trabajó en Medicina Legal, explicó que el abuso sexual
a niños se da en todos los estratos sociales, pero que es en las clases
bajas donde más se denuncia.
“La experiencia al recibir los
pacientes es que los agresores son conocidos de los niños. Es un delito
que no respeta estratos sociales, pero en las condiciones de pobreza
cuando viven hacinados en cuartos o cuando a los niños les ofrecen cosas
hacen que se puedan dar más en estos casos”, explicó el psiquiatra.
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