Leopoldo de Quevedo y Monroy, Colombiano
Col-pensiones es un amasijo del gobierno para darle un toque de patriotismo al nombre que llevará la empresa bancaria que “manejará” las pensiones en lugar del Seguro Social que lo hizo desde 1948. La gerenciará el experto monetarista Pedro Nel Ospina Santamaría salido de las arcas del Ministerio de Hacienda y de la Dirección de Impuestos.
El ISS fue un instituto que nació bien. Con aire social en los pulmones, con la palmadita de las cotizaciones de los usuarios que eran los empleados de las empresas privadas del país y de algunos organismos del Estado. Había multitud de empresas y afiliados al sistema. Y sagradamente pagaban mes a mes lo que recogían en nómina. El recaudo era transparente y sencillo.
El dinero que se descontaba de salarios o sueldos se discriminaba para pensión de jubilación por vejez, incapacidad o muerte. Con cálculos actuariales se sabía con exactitud matemática cual era el monto de la pensión, sumado el total pagado por el cotizante durante 20 años o más hasta cumplir la edad de retiro. Era una empresa social sin tantas letras adicionales después del nombre. Y le sirvió al país.
El ISS fue poco a poco politizado. Su naturaleza jurídica cambió varias veces. Es decir, su manejo se volvió político. Las entidades oficiales que tenían afiliados a sus empleados empezaron a dejar de pagar los descuentos hechos por nómina y el ISS se fue descapitalizando.
Por otro lado aparecieron como por ensalmo político los fondos de pensiones privados con el espejismo del ahorro y las promesas de altas pensiones en la medida que cotizaran o depositaran mensualmente más dinero en sus cuentas financieras. Al final todos supimos que eso era una falacia.
Los fondos cobraron, igual que los bancos, el honor de entrar a ellos, comisiones por administración o manejo y – todavía peor – enviaron a la bolsa los recaudos y pusieron esos huevos a reventar de miedo. O sea, que el dinero que se descontaba iba a ponerse sobre una mesa a jugar como una ruleta rusa. A esperar que la bolsa cayera y al fin de año, el fondo le dijera al ingenuo cotizante que su capital “ahorrado” había sufrido un bajón sensible, no por culpa del fondo sino de la dichosa bolsa que jamás pierde un centavo. Ellos nunca son responsables.
Y eso, cabalmente, es lo que viene a estrenar en el fondo de Colpensiones don experto Pedro Nel. No será un organismo independiente y transparente sino subordinado a doña Mercedes Cuéllar, Asobancaria, a don Santiago Montenegro, Asofondos, Sergio Clavijo, Anif, y se comportará como cualquier y vulgar banco. La tenaza quedará completa con Planeación y la bendición de Rafael Pardo, nuestro inefable Mintrabajo y Seguridad Social. Igualito que el turbio manejo de cesantías. Aquí todo será peor para el pobre trabajador.
Adiós filosofía de que la pensión es una deducción sagrada que se guardaría intacta y se entregaría como fruto de su trabajo al final de su carrera. No. Estará sujeta al vaivén volátil de las bolsas, irá a pasear a Wall Street, Japón, China y de allá volverá cansada y coja y hasta medio ciega. Adiós prima media porque se convertirá en un ahorro más con tarjeta plástica, cajero y libreta y miles de “servicios financieros”. Y, por supuesto, las ganancias anuales que reportarán los fondos, ¡continuarán siendo multibillonarias!
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