POR:..viva.org.co, Jaime Alberto Rendón Acevedo, | ||||||||||||
Centro de Estudios en Desarrollo y Territorio, Universidad de La Salle |
En un país de contradicciones, donde la
inequidad es la característica de nuestra sociedad, necesariamente la
injusticia distributiva se refleja en el sistema pensional. Actualmente están
ocurriendo dos cosas contrarias y realmente vergonzosas:
a. Un grupo muy reducido de pensionados
(1032, de acuerdo con el Ministerio de Trabajo), están por encima de lo
permitido, es decir que representan mesadas superiores a los 25 salarios
mínimos, que equivalen a pesos de hoy a $14.737.500.
b. La mayoría de colombianos y
colombianas, el 68.8% mayores a 65 años, según las cifras oficiales, es decir
dos de cada tres personas no tienen acceso a una mesada pensional.
Ahora, quienes reciben una pensión (que
en total suman 1.643.053 personas), el 68.1% tiene una mesada menor a dos
salarios mínimos, el 21.3% recibe entre 2 y 4 salarios mínimos y entre 4 y 10
salarios recibe el 9% de los pensionados, lo que quiere decir que el 98.4% de
los pensionados que tiene el país reciben hasta 10 salarios mínimos. De esta
forma de los pensionados existentes el 1.6% recibe más de 10 SMMV, o lo que es
peor, solo 2.272, el 0.1%, tienen pensiones superiores a 20 SMMV. Recalcando en
la información, de estos últimos 1032 según el Mintrabajo tienen más de 25
SMMV.
Resulta entonces denigrante, por decir
lo menos, que los máximos organismos de defensa a los derechos y la
institucionalidad en el país, estén volcados a hacer respetar las mesadas
mayores a 25 SMMV, como derechos adquiridos y no a garantizar que todas las
personas en edad de pensionarse puedan hacerlo como un claro derecho de
ciudadanía y dignidad humana. El Gobierno quiere luchar, por lo menos ha
demostrado la voluntad política, en contra de estos “derechos adquiridos”, que
se constituyen en una trampa fiscal y en una irresponsabilidad de quienes
trazan los destinos del país. Lo otro es pensar que estando bien esos derechos,
podríamos hacerlos extensivos a todas las personas en edad de pensionarse.
Suena a chiste en un país donde los sistemas de protección social son un fracaso.
Ahora, se podría pensar que son tan
pocos los casos que no vale la pena concentrarse en ellos. Esto fuera así si no
representaran cifras significativas, si los billones de pesos que esto le
significa al sistema no fueran necesarios para garantizar unas mejores
relaciones de equidad. De hecho se estima que los fallos judiciales le han
representado al fisco sumas entre 30 y 40 billones de pesos como mayor valor
del pasivo pensional.
El tema pensional en Colombia es muy
complejo, empezando porque está atado al contrato de trabajo en un país donde
la informalidad asciende al 59%. Es decir, en Colombia cotizan a una pensión
quienes tienen un trabajo formal o quienes lo hacen a través de su afiliación
como trabajadores independientes, así las cosas se tiene que cerca del 69% no
cotiza a una pensión. Palabras más, palabras menos, el problema a futuro es una
“bomba” no para quienes cotizan, estos (me incluyo) tenemos algo de qué
aferrarnos, el problema está con los millones y millones de personas que
terminarán sus años de vida en la más absoluta pobreza, teniendo, si así lo
hiciere, el Estado que salir a su rescate. En últimas, como sociedad deberemos
acudir a su auxilio o simplemente dejarlos morir en la miseria. Hay que estar
muy enfermos, ser una sociedad inmoral para permitir que esto esté pasando.
El sistema por lo tanto, mirado
financieramente, tal y como sucede en salud, no será viable nunca mientras a él
cotice un tercio de la población trabajadora. Las propuestas de subsidios a los
adultos mayores si bien es una alternativa loable, no puede constituirse en la
solución estructural al problema pensional en Colombia. Los derechos
individuales, adquiridos tras luchas válidas como es el caso del magisterio o
de Ecopetrol o los carruseles de las Cortes o del Congreso, no pueden estar
nunca por encima de una práctica de justicia redistributiva, de la
responsabilidad que como sociedad debemos de tener con las personas que después
de años de trabajo llegan a la vejez con la expectativa de tener una
condiciones dignas de vida.
Las particularidades de un sistema
pensional, de la protección a los adultos mayores deberá trazarse como una
responsabilidad de país, cualquier mejora, cualquier escenario de mayor
justicia creo que deberá ser apoyado. La idea del gobierno es avanzar en un
sistema que permita ser incluyente y equitativo, a través de estrategias como
Colombia Mayor (programa destinado a los adultos mayores sin ingreso
pensionales, del Sisben 1 y 2) o a través del Programa de Beneficios
Periódicos, destinado a la población trabajadora que gana menos de un salario
mínimo. Sin embargo, el propio Gobierno reconoce que esto no son soluciones
definitivas.
Es hora de pensar en sistemas
solidarios que nos permitan a todos los agentes en la sociedad aportar a fondos
colectivos de salud y pensión, que incluso convivan con sistemas de protección
privados para quienes quieran hacerlo. Hemos podido hacerlo con el SENA o con
el ICBF, ¿por qué no hacerlo con la salud y las pensiones, cuando esto si le
traería al país no solo mejoras en productividad sino en equidad y justicia
social?
Acá no hay Revoluciones imaginadas,
sólo acercamientos a una mayor equidad y eso estará bien si tenemos en cuenta
que somos el tercer país de mayor inequidad del planeta. Pero lo cierto es que
se requiere de un acceso universal a la protección social. Son derechos y no
subsidios, como decía la feminista británica Mary Wollstonecraf: “Es la
justicia, y no la caridad, lo que hace falta en el mundo”.
Edición N° 00337 –
Semana del 1º al 7 de Febrero de 2013
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