La confianza en
cualquier relación, llámese amorosa, comercial, amistad, política, interracial,
etc., es primordial para que perdure. Los matrimonios, las amistades, las
religiones se acaban cuando las partes pierden la credibilidad entre ellas.
Ahora estamos pasando por una crisis de confianza, crisis que nos mantiene inquietos y dudosos del futuro del país y es que de verdad no encontramos motivos de credibilidad en quienes dirigen la marcha de la cosa pública. Sus reculadas, sus engaños, sus afirmaciones ambiguas, sus ataques a quienes no comulgamos con sus maneras de dirigir los destinos de Colombia, y en fin todas esas manifestaciones equívocas, que dan muestras fehacientes de la escasa planeación y de mucha improvisación, son motivos suficientes para concluir que estamos ante un gobierno que nunca ha sabido interpretar las reales necesidades de su pueblo.
Con más frecuencia de lo deseado, encuentro motivos de angustia por lo que nos espera y aunque el futuro es un tiempo que no tenemos garantizado, sí origina mucha aprensiónver cómo entre quienes están en tertulia permanente se contradicen y hacen afirmaciones completamente opuestas, generando, así, un alto nivel de incertidumbre.
Publican unos documentos que, en vez de aclarar confunden, esto dizque para demostrar que no se está negociando nada a espaldas de la opinión. ¿A cuál opinión se referirá? Si es el 26 % de los colombianos que creen en las intenciones de las Farc para alcanzar la paz, según Datexco, si se refieren a la percepción real de la totalidad del pueblo, están equivocados de cabo a rabo, ya que este no alcanza al 3 %. Sospecho que ese porcentaje está tan amañado e inflado como los datos del Dane sobre el empleo. No puedo entender que una persona se considere empleada si genera ingresos por una hora de trabajo en la semana.
Mentiras tan descaradas no caben sino en la cabeza de mitómanos empedernidos.
Promesas que se incumplen y no solo en cuatro años; las lanzadas sin control durante la pasada campaña, ya se están incumpliendo puesto que no hay plata para la jornada escolar copiada del programa del opositor, tampoco la hay para los aeropuertos prometidos, las viviendas gratis, las vías que tanta falta le hacen al país, las cárceles para tanta gente que el fiscal, en su afán mediático, quiere encarcelar por no ser de su agrado, la salud y en fin, todos esos ofrecimientos impensados motivados por el afán de conseguir una reelección espuria.
Si en algo debemos creer, es en el número creciente de arrepentidos por haber botado el voto, depositado para conseguir una paz que solo se la creen los que están sentados en La Habana. ¿Será por eso que cada día se acrecienta el número de invitados de los narcoterroristas? Para estos sí habrá paz y para nosotros la de los sepulcros y arruinados por el hurto descarado de los impuestos que este mandatario quiere imponer para acrecentar la mermelada.
Ahora estamos pasando por una crisis de confianza, crisis que nos mantiene inquietos y dudosos del futuro del país y es que de verdad no encontramos motivos de credibilidad en quienes dirigen la marcha de la cosa pública. Sus reculadas, sus engaños, sus afirmaciones ambiguas, sus ataques a quienes no comulgamos con sus maneras de dirigir los destinos de Colombia, y en fin todas esas manifestaciones equívocas, que dan muestras fehacientes de la escasa planeación y de mucha improvisación, son motivos suficientes para concluir que estamos ante un gobierno que nunca ha sabido interpretar las reales necesidades de su pueblo.
Con más frecuencia de lo deseado, encuentro motivos de angustia por lo que nos espera y aunque el futuro es un tiempo que no tenemos garantizado, sí origina mucha aprensiónver cómo entre quienes están en tertulia permanente se contradicen y hacen afirmaciones completamente opuestas, generando, así, un alto nivel de incertidumbre.
Publican unos documentos que, en vez de aclarar confunden, esto dizque para demostrar que no se está negociando nada a espaldas de la opinión. ¿A cuál opinión se referirá? Si es el 26 % de los colombianos que creen en las intenciones de las Farc para alcanzar la paz, según Datexco, si se refieren a la percepción real de la totalidad del pueblo, están equivocados de cabo a rabo, ya que este no alcanza al 3 %. Sospecho que ese porcentaje está tan amañado e inflado como los datos del Dane sobre el empleo. No puedo entender que una persona se considere empleada si genera ingresos por una hora de trabajo en la semana.
Mentiras tan descaradas no caben sino en la cabeza de mitómanos empedernidos.
Promesas que se incumplen y no solo en cuatro años; las lanzadas sin control durante la pasada campaña, ya se están incumpliendo puesto que no hay plata para la jornada escolar copiada del programa del opositor, tampoco la hay para los aeropuertos prometidos, las viviendas gratis, las vías que tanta falta le hacen al país, las cárceles para tanta gente que el fiscal, en su afán mediático, quiere encarcelar por no ser de su agrado, la salud y en fin, todos esos ofrecimientos impensados motivados por el afán de conseguir una reelección espuria.
Si en algo debemos creer, es en el número creciente de arrepentidos por haber botado el voto, depositado para conseguir una paz que solo se la creen los que están sentados en La Habana. ¿Será por eso que cada día se acrecienta el número de invitados de los narcoterroristas? Para estos sí habrá paz y para nosotros la de los sepulcros y arruinados por el hurto descarado de los impuestos que este mandatario quiere imponer para acrecentar la mermelada.
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