domingo, 16 de octubre de 2016

CONSTITUYENTE VERSUS ACUERDO

EL SATELITE, Columnista en GES, MAURICIO RIVADENEIRA



Referencia/Nota relacionada con el artículo del jurista, Jaime Araujo Rentería, publicado en El Satélite bajo el título: “Constituyendo la Constituyente”.
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Me atrevo a decir que no tiene sentido comparar los acuerdos de La Habana, con la necesidad de una constituyente. Son absolutamente diferentes, tanto en objetivos como en procedimientos.

Es apenas evidente que los acuerdos de La Habana no podían definir el sistema económico ni resolver problemas que son de todos los colombianos. Los acuerdos de La Habana son solo para definir la dejación de armas por parte de las Farc, la inclusión del grupo a la vida civil, la confesión de algo de verdad, la aplicación de una justicia transición y algo de reparación a las víctimas.

Criticar el esfuerzo de La Habana, porque no resuelve los problemas del país, es, definitivamente, y perdonen que lo diga, estar en el lugar equivocado.

No negamos la necesidad de una nueva constitución. Las imperfecciones de la anterior, como los enredos en cuanto a la justicia, son cosas a corregir.

Si recordamos, 1991 fue la constitución en la que todos creímos que íbamos a alcanzar la paz, la justicia, la distribución de la riqueza y todo lo demás que nos ofrecen los juristas amigos de solucionar los problemas de Colombia con una constituyente. En contra de los acuerdos de La Habana. No sé si ingenuos ellos, o que nos creen ingenuos.

Creer que el sistema lo pueden componer con decretos, sobre todo los aspectos relacionados con la economía, es desconocer la evolución de la sociedad. Ni los abogados han logrado entender totalmente el funcionamiento de la sociedad, ni mucho menos saben la suficiente economía, para entender el funcionamiento del sistema económico.

Pretender la solución de estos problemas como lo plantea el jurista Araujo, es el camino que pretendió Venezuela, caso fallido. Veamos en sus propias palabras:

Los acuerdos de La Habana tampoco cambien el modelo económico sino que, por el contrario, lo perpetúa; no defiende la soberanía nacional; no le da a las víctimas de la violencia sus derechos a la verdad, a la justicia y a la reparación, ni la garantía de no repetición; no le da a los colombianos la verdadera paz con justicia social ni la paz con la naturaleza, pues, no contempla la preservación del medio ambiente, ni contienen esos acuerdos dizque de paz, algo tan fundamental: la lucha contra la corrupción y el desempleo. Tampoco se refieren a reformas tan necesarias como la urbana y del sistema financiero; la reforma del congreso, de la Justicia, de la educación y la salud. La redistribución de la riqueza y la lucha contra todas las formas de discriminación incluidas la sexual y la racial.

En los acuerdos de la Habana brillan por su ausencia la libertad e igualdad de los colombianos; la creación del estado autonómico o federal; el derecho a la vivienda para todos, etc.

Para suministrar un ejemplo, la constitución del 91 consagró el derecho al trabajo, el derecho a una vivienda digna, y todo lo que pretende Araujo, pero la economía no ha dado para satisfacer este deseo. Ni mucho menos la constitución.

Porque no es suficiente con el deseo, si no va acompañado del conocimiento. Y pretende modificar el sistema financiero, sin tener los verdaderos fundamentos de la teoría económica para poder hacerlo.

Resulta que, en la constitución del 91, todo parecía mágico y que iba a funcionar a las maravillas. Pero surgió un artículo, el 373, que definió en si lo que significa todo el sistema neoliberal actual, y que dio al traste con todas las buenas intenciones de expansión del sistema económico. Porque este artículo es totalmente restrictivo del sistema monetario, y hace que el sistema lentamente vaya en contracción. O sea, la población crece y el sistema financiero no crece en la misma proporción. Es más, debía crecer en mayor proporción, ya que la mitad de la población aún sobrepasa los umbrales de la pobreza.

Y hasta el momento nadie se ha dado cuenta, ni los juristas, ni los economistas. Así que pretender arreglar el sistema de injusticias sin comprender las leyes de la economía, es decir, sin entender cómo se contrae o expande el sistema económico de libre mercado. Sin comprender realmente todo el funcionamiento de la economía de libre mercado, es lo que nos puede llevar a un descalabro tipo Venezuela, donde las buenas intenciones solo terminaron en una dictadura muy bien montada, que controla todo el sistema y toda la población, pero que no resuelve los problemas de la distribución de la riqueza, y si puso a la nación al borde del abismo.

Así que una cosa es la constituyente, que compartimos la necesidad de hacerla, donde se requiere una discusión mucho más profunda, pero no en este momento ni reemplazando el acuerdo de la Habana.

El acuerdo de la Habana es una necesidad inmediata, Que solo nos va a sacar de una guerra estúpida e inútil, y ciertamente compartimos que no es la solución a todos los problemas del país.

Desde el aspecto económico, no puedo estar en más desacuerdo con el Jurista Araujo.

Una cosa es el acuerdo de la Habana entre las guerrillas y todos los colombianos, y muy otra es la necesidad de una constituyente.

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