Es este un tema de enorme trascendencia para las familias, padres e hijos, maestros o educadores. Cuando se habla de educación, se tiene que pensar que estamos frente a una gran responsabilidad y con la que deben estar comprometidas muchas personas.
La educación, se inicia en el hogar; desde que los niños nacen y a medida que van creciendo, se comienza una labor muy significativa, de orientación, de enseñanza, de comunicación permanente, de buen trato, de ejemplos correctos, y sobre todo, de mucho amor.
Es cuando se inicia la siembra por así decirlo, de los valores humanos: De religiosidad, fe, bondad, caridad, lealtad, honradez, generosidad, amistad, colaboración, consideración y aprecio por los demás. Es desde la primera infancia, que se debe empezar a educar a los hijos para la vida.
Para que aprendan a disfrutar lo bueno y también a entender y soportar todo aquello que conlleva llanto, tristeza, decepción, angustia, desconcierto, insatisfacción. Es esta la fase quizás más importante de la educación. Hay que prepararlos y educarlos para la vida con todos sus altibajos, contrariedades, decepciones, tristezas y enseñarles cómo afrontarlos, para que entiendan que no todo es color de rosa, que existen situaciones que los van a entristecer, que les puede llevar a una depresión y hasta a no querer vivir más.
Es ahí donde debe estar siempre la presencia de papá y mamá; el acompañamiento, el consejo, la ayuda que necesitan con urgencia, para salir vencedores.
Es allí donde el abrazo, el beso y unas sabias palabras, les ayudan para no decaer. En este tema de la educación para la vida, los psicólogos son los más idóneos para orientar a los padres, instruirlos en situaciones difíciles que muchas veces los hacen sentirse incapaces para encontrar una solución.
Hay un tema de mucha actualidad que tiene que ver con educar para enfrentar la vida: La “resiliencia” definida como la capacidad humana de sobreponerse a problemas graves. Puede aprenderse desde la niñez, dicen algunos estudios. La infancia es clave, pues en ella se construye la fortaleza que les permite superar los problemas más adelante en plena formación para la vida.
Según Loesel, “Los niños resilientes suelen vivir en un clima educacional abierto y con límites claros; cuentan con modelos sociales que motivan el enfrentamiento constructivo, comparten responsabilidades sociales y se ven estimulados por la existencia de expectativas, de logros realistas, por parte de los adultos”.
Tratemos en lo posible de ayudar a cuantos podamos, con el fin de que desarrollen esta capacidad humana de sobreponerse a los problemas: La famosa “resiliencia”.
valentinamacias40@hotmail.com
Excelente articulo...gracias doña ...Valentina Macías de Mejía
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