El último Marco Fiscal de Mediano Plazo genera tres preocupaciones sobre la sostenibilidad de nuestras finanzas públicas.
El Marco Fiscal de Mediano Plazo, quizás el trabajo más serio e importante que se produce en Colombia en asuntos fiscales, es un documento ordenado por la Ley 819 de 2003, cuya primera versión se publicó en 2004 y cuya versión más reciente acaba de salir del horno (MFMP2015). Para nadie es secreto que en el año previo a su publicación, el mundo económico ha pegado sus cuantas volteretas, actividad en la que sigue ingratamente inmerso, y por ende la publicación de este año fue precedida por una enorme expectativa.
Pues bien, la gran diferencia entre el mediano plazo que el Gobierno preveía hace un año y el que se prevé hoy queda retratada de cuerpo entero en una cifra sencilla: el déficit consolidado del sector público –la suma del faltante observado en todas las entidades públicas–. En junio de 2014 el Gobierno estimaba que la cifra sería deficitaria en $9,6 billones en 2015, mientras que ahora está estimando un déficit de $19,1 billones, casi el doble.
En 2016, las cosas serán peores que en 2015. El gobierno nacional, por ejemplo, tendrá que salir a buscar plata para cubrir un déficit de $31 billones (3,6% del PIB) y para pagar, además, amortizaciones de deuda por otros $20 billones. Esta notable exigencia financiera que agobia en el inmediato plazo forma una potencial tormenta perfecta con dos problemas de gran calado. Primero, son necesidades que aparecen en un contexto crecientemente adverso en los mercados globales, vientos en contra que ya soplan duro desde Europa y China, pasando por el FED. Segundo, son necesidades que se conjugan con un déficit externo que –en niveles ya cercanos a 6% del PIB– empieza a dar vértigo.
Más allá de que enfrentamos esta coyuntura angustiante, hay aún más pavores al movernos de 2016 hacia adelante. El escenario básico que usa el Gobierno en cuanto a la economía global y al comportamiento del sector privado colombiano puede parecer optimista. Yo creo que ese par de optimismos no son lo más preocupante. Lo que preocupa es el optimismo del Gobierno en cuanto al comportamiento futuro del sector público mismo en tres áreas específicas.
Primero, entre MFMP2014 y MFMP2015 hay ajustes notables en la dinámica fiscal. Por ejemplo, las diferencias entre los déficits del gobierno central plasmados en uno y otro documento para el periodo 2015-2025 llegan a $13 billones en valor presente (descontando al 10%), que no es gran cosa. Lo que pasa es que entre 2015 y 2018 la suma es mayor –$18,3 billones– lo cual implica que el Gobierno está diciendo que sus sucesores serán quienes devuelvan las finanzas públicas al mundo tal y como el mismo Gobierno lo veía hace apenas un año. Este cambio tan fuerte de tendencia y de comportamiento –que no es una variable bajo el control del Gobierno actual pero que sí resulta fundamental para creer en la sostenibilidad fiscal del país– debe generar preocupación.
Segundo, entre uno y otro documento las diferencias en materia de inversión pública también exhiben un comportamiento preocupante. Para el periodo completo, MFMP2015 recorta la inversión respecto de MFMP2014 en un monto que llega a $29,3 billones en valor presente, y eso que la trayectoria estimada hace un año ya había recortado la del año anterior, fiel a la tradición de servir de alfil. Lo que pasa es que el Gobierno actual se compromete con $8,3 billones dejándoles a sus sucesores el grueso ($21 billones) del ajuste necesario para retornar a su propia estimación de hace un año. Este cambio de tendencia, particularmente agudo al final del periodo (2024 y 2025), no tiene mucho sustento, ni conceptual ni práctico.
Tercero, el incremento en las vigencias futuras (VF) –pasan de $62,1 billones a $89,7 billones entre uno y otro MFMP– merece discusión. Las VF se inventaron para que ciertos rubros del gasto público no aparecieran como tales en la contabilidad fiscal. La financiación de una carretera que exige aportes estatales en 2025, por ejemplo, aparece como deuda pública si se emite un TES pero no si se emite una VF idéntica en plazo y descuento, aunque es obvio que el efecto fiscal de fondo es idéntico. Esto implica dos cosas que preocupan. Uno, que el verdadero stock de la deuda del Gobierno es 11 puntos más alta que la cifra publicada.Dos, que en 2015 no se mantuvo constante, como dice, sino que subió tres puntos.
Pues bien, la gran diferencia entre el mediano plazo que el Gobierno preveía hace un año y el que se prevé hoy queda retratada de cuerpo entero en una cifra sencilla: el déficit consolidado del sector público –la suma del faltante observado en todas las entidades públicas–. En junio de 2014 el Gobierno estimaba que la cifra sería deficitaria en $9,6 billones en 2015, mientras que ahora está estimando un déficit de $19,1 billones, casi el doble.
En 2016, las cosas serán peores que en 2015. El gobierno nacional, por ejemplo, tendrá que salir a buscar plata para cubrir un déficit de $31 billones (3,6% del PIB) y para pagar, además, amortizaciones de deuda por otros $20 billones. Esta notable exigencia financiera que agobia en el inmediato plazo forma una potencial tormenta perfecta con dos problemas de gran calado. Primero, son necesidades que aparecen en un contexto crecientemente adverso en los mercados globales, vientos en contra que ya soplan duro desde Europa y China, pasando por el FED. Segundo, son necesidades que se conjugan con un déficit externo que –en niveles ya cercanos a 6% del PIB– empieza a dar vértigo.
Más allá de que enfrentamos esta coyuntura angustiante, hay aún más pavores al movernos de 2016 hacia adelante. El escenario básico que usa el Gobierno en cuanto a la economía global y al comportamiento del sector privado colombiano puede parecer optimista. Yo creo que ese par de optimismos no son lo más preocupante. Lo que preocupa es el optimismo del Gobierno en cuanto al comportamiento futuro del sector público mismo en tres áreas específicas.
Primero, entre MFMP2014 y MFMP2015 hay ajustes notables en la dinámica fiscal. Por ejemplo, las diferencias entre los déficits del gobierno central plasmados en uno y otro documento para el periodo 2015-2025 llegan a $13 billones en valor presente (descontando al 10%), que no es gran cosa. Lo que pasa es que entre 2015 y 2018 la suma es mayor –$18,3 billones– lo cual implica que el Gobierno está diciendo que sus sucesores serán quienes devuelvan las finanzas públicas al mundo tal y como el mismo Gobierno lo veía hace apenas un año. Este cambio tan fuerte de tendencia y de comportamiento –que no es una variable bajo el control del Gobierno actual pero que sí resulta fundamental para creer en la sostenibilidad fiscal del país– debe generar preocupación.
Segundo, entre uno y otro documento las diferencias en materia de inversión pública también exhiben un comportamiento preocupante. Para el periodo completo, MFMP2015 recorta la inversión respecto de MFMP2014 en un monto que llega a $29,3 billones en valor presente, y eso que la trayectoria estimada hace un año ya había recortado la del año anterior, fiel a la tradición de servir de alfil. Lo que pasa es que el Gobierno actual se compromete con $8,3 billones dejándoles a sus sucesores el grueso ($21 billones) del ajuste necesario para retornar a su propia estimación de hace un año. Este cambio de tendencia, particularmente agudo al final del periodo (2024 y 2025), no tiene mucho sustento, ni conceptual ni práctico.
Tercero, el incremento en las vigencias futuras (VF) –pasan de $62,1 billones a $89,7 billones entre uno y otro MFMP– merece discusión. Las VF se inventaron para que ciertos rubros del gasto público no aparecieran como tales en la contabilidad fiscal. La financiación de una carretera que exige aportes estatales en 2025, por ejemplo, aparece como deuda pública si se emite un TES pero no si se emite una VF idéntica en plazo y descuento, aunque es obvio que el efecto fiscal de fondo es idéntico. Esto implica dos cosas que preocupan. Uno, que el verdadero stock de la deuda del Gobierno es 11 puntos más alta que la cifra publicada.Dos, que en 2015 no se mantuvo constante, como dice, sino que subió tres puntos.
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