Humberto Machado Pérez
El país está ahora mirando plausiblemente los derechos de los desplazados, y los despojados de sus tierra por los diferentes grupos armados, y las páginas de los periódicos se llenan de titulares escribiendo sobre el asunto, las emisoras invierten muchísimos minutos entrevistando al político de turno, dándose vitrina con algo que no debió haber ocurrido y que esa misma clase política a la que pertenece el entrevistado, dejo que ocurriera.
Más de una ONG, saca partido de lo que ellas mismas han permitido ó en algunos casos han prefabricado por algunos de los que hacen parte de ellas, para lucrarse. El gobierno, promete millonadas de dinero sin tener de donde sacarlo ó sacándolo de fondos que terminaran por dejar sin liquides bien sea a la educación, la salud, o las pensiones y que lo único que hace es llamar como la miel a las moscas, a más de un vivo a reclamar por lo que no le pertenece, apoyado por abogados inescrupulosos que los incitan y acompañan en el saqueo del erario público.
Pero hay una clase de atropellado, de desplazado diría yo, del que nadie habla y que “paga con su propio dinero” y mucha anticipación desde que inicia su vida productiva, los vejámenes a que será sometido una vez adquiera el derecho de descansar: EL PENSIONADO.
Una pensión no es solamente el frio numero resultante de unas semanas cotizadas y el promedio, en la inmensa mayoría de los caso, de los últimos 10 años de vida productiva. No, ella es una suma de factores humanos que van acabando con el que supuestamente inicia su disfrute y a los que tratare de hacer referencia.
El primer tormento al que fue sometido el Pensionado, es lograr acumular las más de 1000 semanas para poder presentar su solicitud. Pero durante estos años, debe tener la suerte del equilibrista para mantener su empleo y que los empleadores para los que trabajo, si contribuyan legal y juiciosamente con los aporte que le permitirán acceder a este más que justo logro. El segundo tormento, es que le roben literalmente las semanas que aporto y que en pleno siglo XXl se desaparecen de los sistemas del Seguro Social como si una mano siniestra las borrara.
Si el candidato a jubilado, cumple con los requisitos antes mencionados, ahora debe enfrentarse a la indiferencia de sus patrones que lo arruman como un mueble viejo y lo aíslan como si sufriera una enfermedad contagiosa e inconfesable. Los compañeros de trabajo, se muestran muy felices y hasta envidiosos del que lo estén por pensionarse, pero también lo van separando del grupo y solo están esperando que deje su vida productiva para acceder a su cargo.
Ya en esa época, 55 ó 57 en el caso de las mujeres y 60 ó 62 en el del hombre, las enfermedades en una gran mayoría de la población que esta por jubilarse, empiezan a aparecer con esos efectos devastadores en los seres humanos y esta es otro de los tormentos que deben afrontar. Pero no solamente son las dolencias de él, son las de su compañera que también ha llegado a esa edad.
En esta época, es más grande la cifra del gasto medico que la lista del marcado y ni se diga de la diversión. En los últimos años antes de solicitar la pensión, al jubilado lo asaltan unos miedos traumáticos por no saber con claridad cómo es que va a ser su nuevo ingreso. Los 5 años finales diría yo, son para recoger los frutos de la experiencia y la capacitación que ha adquirido el empleado. Su salario por lo general, puede llegar a ser el mejor de toda su vida y por lógica, sus gastos se hacen acordes a estos ingresos y es ahí donde se desata otro de los tormento de los Jubilados: “el Promedio de su sueldo”.
Al hacerlo con los últimos 10 años, este puede llegar descender en porcentajes superiores al 40%, lo que hace que las condiciones de vida cambien dramáticamente.
Este miedo del que hablo, puede ser su compañero en lo que resta del viaje de su vida. Agreguemos otro tormento más a esta lista: la desubicación. El 95% de las empresas y el estado, no preparan al futuro jubilado para que se ubique en su nuevo estado.
Muchos terminan sentados en los parques ó cafés de sus ciudades, sin ninguna motivación para continuar su vida, distinta a lamentar su nueva situación. Son muy pocos los casos en que esta población, se dedica al entretenimiento, al disfrute de ambientes culturales que lo mantengan vigente y que le den ese aliento en el último cuarto de milla de su vida.
Para rematar esta serie de tormentos, viene las demoras en la definición de los asuntos jurídicos que tenga que afrontar el torturado si es que tiene que dirimir su justa pensión en caso de que el ISS, sin justificación alguna, lo pensiona con un salario que llena ni sus más elementales necesidad. Ahí el tiempo empieza a jugar en su contra y cada día, cada semana, cada mes y cada año, es un suplicio que la sociedad no ve y que el estado no corrige.
El estado no se compadece con el pensionado, persona que le ha dado todo a la nación o a la empresa privada. Los congresistas y muchos magistrados luchan por violar la constitución, con el único fin de lograr mesadas que supera lo establecido legalmente y lo consiguen. Porque no se jubila al ciudadano corriente con todas las prebendas de estos picarillos de cuello blanco?
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