viernes, 6 de marzo de 2020

El país depende de una palabra

www.elespectador.com/, 5 Mar 2020 -
Por: Juan Carlos Botero

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El futuro de EE. UU. cuelga de una palabra.
Las próximas elecciones dependen del apoyo o rechazo al término socialismo. Para unos, este representa una promesa de equidad, justicia social, impuestos justos y mayores programas de bienestar, incluyendo salud pública y educación. Para otros, el término evoca el espectro de la Guerra Fría, el fracaso económico de los países de la Cortina de Hierro y el desastre actual de otros como Corea del Norte y Venezuela. Para unos, significa igualdad y esperanza; para otros, la corrupción e ineptitud del Estado. Si Bernie Sanders es el candidato demócrata, las próximas elecciones, y el futuro del país, dependerán de quiénes son más: los que respaldan o los que repudian esa palabra.
Sin embargo, mucho de lo que propone Sanders es más cercano al éxito de Dinamarca que al fracaso de Venezuela. Su error ha sido postularse de frente como un candidato socialista. Y ese error le puede costar el triunfo. Por eso el peor presidente que ha tenido EE. UU. en su historia moderna, Donald Trump, está rezando para que Sanders sea su adversario en los comicios. Al poder presentar todas las tesis del demócrata, sus ideas, propuestas y políticas, como recetas fallidas del socialismo del pasado, eso bastará para sembrar terror en vastos sectores del electorado, consolidar su base republicana y dividir a los demócratas menos radicales. En ese escenario, Trump tendrá la reelección garantizada.
La ironía, sin embargo, es que la mayoría del país, con todo el miedo que siente por el término, está pidiendo justamente medidas que se pueden considerar socialistas. O, para ser más precisos, de estirpe socialdemócrata europea. La mayor parte de EE. UU. opina que es urgente aumentarles los impuestos a los ricos y ensanchar los programas de bienestar social. En eso los demócratas, y en especial Sanders, tienen razón: es el colmo que varias empresas multinacionales, de las más ricas del mundo, paguen casi nada de impuestos. Además, las encuestas confirman que el 72 % del país desea que se aumente la inversión pública en educación y ayuda para veteranos; el 62 %, en obras de infraestructura; y el 55 %, en salud pública y el medio ambiente.
Es decir, más de la mitad del pueblo desea más, no menos, inversión en programas sociales para reducir la desigualdad, como sucede en Suecia y Dinamarca, sociedades libres y abiertas, prósperas y capitalistas, donde la educación y la salud públicas son en esencia gratuitas, el Estado ampara a sus ciudadanos y la inequidad es de las más bajas del mundo. En otras palabras, gran parte de EE. UU. aspira a ser más socialista, aunque no lo sepa, y aunque le tenga pavor al término.
Los republicanos han sido maestros en volver esa palabra el peor de los monstruos que habitan bajo la cama. Como ellos aspiran a recortar los programas de asistencia social para reducirles los impuestos a los ricos, la estrategia de denunciar como socialistas todas las iniciativas demócratas ha sido eficaz, pues prende las alarmas. Y Sanders les ofrece su etiqueta en bandeja de plata. El mayor problema del país es la inequidad y la falta de justicia social. Por eso tanta gente apoya a Sanders. Pero gracias a ese rótulo, si él termina de rival de Trump, este seguro ganará las elecciones.
Es asombroso pensar que tanto dependa de una sola palabra.


Reflexiones al tema pensiones
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