martes, 31 de marzo de 2020

Cómo financiar el manejo de la crisis


razonpublica.com/,  marzo 30, 2020

 Banco de la República

De dónde sacar dinero para pasar la tormenta. Colombia tiene más espacio de lo que suele creerse, y el gobierno tiene los instrumentos para hacerlo de inmediato*

Cesar Atilio Ferrari   Jorge Ivan Gonzales
César Ferrari** – Jorge Iván González***

Atender lo prioritario

Los recursos no alcanzan para hacer todo lo que el país necesita en medio de esta crisis.
Por eso hay que definir con toda claridad cuáles son las prioridades:
§  Contener el virus,
§  Proveer alimentos a los necesitados,
§  Mantener la vinculación laboral, y
§  Garantizar la producción de bienes y servicios de primera necesidad.
Las demás cosas pueden esperar. Por ejemplo, la inversión en vías o en infraestructura, porque ahora no es preciso estimular el empleo (la gente no puede salir de casa) sino apenas no perder los empleos existentes.
Una vez detenida la epidemia, la economía necesitará estímulos para compensar la caída del gasto privado y afrontar la crisis estructural que puso al descubierto la caída de los precios del petróleo y el carbón.
Con un gobierno endeudado y tasas de interés muy bajas será muy difícil financiar la recuperación, pero aun así será más fácil levantar al país si en este momento hacemos todo lo necesario.

Echar mano de todos los recursos

Por ahora necesitamos financiar los gastos privados fundamentales, a cargo de las familias y las empresas, así como los gastos públicos para afrontar la pandemia y los subsidios a cargo de los gobiernos nacional y territoriales.
Todos tenemos que aportar a la solución de la crisis con todo tipo de recursos, porque no bastan los del sector público (Banco de la República, gobierno nacional, gobiernos locales y empresas públicas).
Por eso es bueno que los empleados tengan acceso inmediato a sus cesantías para mitigar la crisis. El financiamiento de las empresas puede provenir de los bancos o de recursos propios en el caso de algunas con liquidez acumulada, y también del Banco Central. El momento amerita medidas extraordinarias.
El financiamiento de los gobiernos nacional y territoriales puede provenir de los fondos existentes, de bonos públicos, de créditos comerciales o preferenciales, internos o externos, y también del banco central mediante emisión monetaria si es el caso.

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El decreto 444

La primera medida significativa del gobierno al respecto fue el decreto 444 que crea el Fondo para la Mitigación de Emergencias (Fome). El fondo se alimentará con:
§  Las regalías asignadas a los departamentos y municipios, no utilizadas y acumuladas en el Fondo de Ahorro y Estabilización (FAE), y
§  Las pensiones de los trabajadores de los gobiernos territoriales acumuladas en el Fondo Nacional de Pensiones de la Entidades Territoriales (Fonpet).
Al margen del origen de los recursos, es acertado aprovechar todos los fondos públicos, que en este caso serían unos 14 billones de pesos.
Otra discusión es quien debe administrarlos: el gobierno nacional, que tiene la potestad legal para tomarlos en préstamo (supuestamente de manera transitoria), o los gobiernos territoriales, que son sus propietarios y tienen igualmente la capacidad de administrarlos si se lo hubieran permitido.
Por eso la protesta de algunos gobernantes locales ante lo que consideran una acción arbitraria que no les fue consultada, y que afecta sobre todo a los departamentos que dependen de las regalías.
Protestaron, también, por la falta de claridad sobre el destino de los recursos: temen que el Fome acabe apalancando a los bancos y a las grandes empresas en vez de financiar los subsidios sociales o a las pequeñas empresas, o el diferimiento de las facturas de las empresas públicas, o la postergación del cobro de los impuestos locales.
De pronto es importante que el gobierno nacional consulte las decisiones sobre el uso del Fome con los departamentos y municipios.
Otra cuestión compleja es ponderar la necesidad de atender las urgencias y la conveniencia de financiar proyectos estratégicos, con una perspectiva de mediano plazo. La prioridad es el control de la pandemia y de sus consecuencias, pero la sensatez es la única regla a este respecto.
Lea en Razón Pública: Los dineros del Estado en emergencia: ¿cómo se están manejando?

Aumentar la deuda externa

El Estado debe buscar un financiamiento urgente de los organismos internacionales, llámense Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo o Banco de Desarrollo de América Latina (CAF).
Aunque el saldo de la deuda pública externa es alto (alrededor del 50% del PIB) es inferior a la de otros países. La de Estados Unidos, por ejemplo, es superior al 100% del PIB. En vista de la emergencia, Colombia puede y debe recurrir al préstamo externo. La puerta está abierta porque el país ha sido juicioso.
Foto:
El país podría enfrentar una seria crisis económica.
En cambio, no parece sensato tratar de financiarse en la banca comercial internacional o emitir bonos externos. Los primeros, seguramente, prestarían recursos a tasas elevadas frente a lo que se puede conseguir en los organismos internacionales. Lo segundo encontraría un mercado internacional en condiciones precarias dada la pandemia y el financiamiento que podría obtenerse, si fuera posible, resultaría carísimo.

Reservas internacionales, contabilidad pública y gasto del Estado

De otra parte, durante los años de las bonanzas del petróleo y del carbón se acumularon reservas internacionales que, en su gran mayoría, hoy están en bonos del Tesoro de Estados Unidos. El monto de las reservas es cercano a los 53 mil millones de dólares. Es posible utilizar una parte de estas reservas para pagar deuda externa más cara.
Y desde el punto de vista estrictamente contable, es posible incluir dentro de los ingresos del Gobierno el mayor valor en pesos que han adquirido las reservas gracias a la devaluación. No tiene sentido que aumente el valor en pesos de la deuda en dólares, presionando el gasto público, pero no aumenten también las utilidades de la banca central por esa misma devaluación para que sean transferidas al gobierno nacional.
En síntesis, el Gobierno y el Banco de la República tienen un amplio margen de acción que no han utilizado. Llegó la hora de buscar fórmulas distintas de las tradicionales.
Es importante confiar en la capacidad contracíclica del gasto y de la inversión pública. Durante los últimos cuarenta años se construyó un discurso muy favorable al mercado, y profundamente sospechoso de las bondades de la intervención del Estado. Es hora de desmontar ese discurso.

Créditos y subsidios

La emergencia obliga a garantizar liquidez a tasas de interés reducidas y plazos largos a las familias y a las empresas.
También urge asegurar la solvencia de las instituciones financieras, si estas acceden a otorgar sus créditos a tasas reducidas y a largo plazo. No tendría sentido financiarlas a tasas reducidas para que presten el dinero a tasas elevadas.
Por eso el Banco de la República debe reducir su tasa de interés y establecer líneas de crédito a tasas preferenciales para que las empresas, grandes, medianas y pequeñas, puedan pagar sus costos fijos y mantener su nómina, y las que deben operar lo hagan a un ritmo natural.
Estos préstamos se pueden canalizar a través de la banca comercial, pero si estos no reducen sus tasas, mejor sería canalizarlos exclusivamente a través de la banca gubernamental, que así probará su pertinencia.
En algunos casos las empresas no estarán en condiciones de asumir más créditos, por baratos que sean; en particular, las que no están operando, como los restaurantes o las sastrerías de barrio. En este caso tendrán que recibir subsidios, los cuales a su vez deberán provenir del gobierno nacional y los territoriales. Los municipios parecen ser los más calificados para otorgar esos subsidios, en la medida en que son los que más cerca están y mejor conocen a la gente; los entes de control deberán estar atentos para que no se desvíen los recursos.

Emisión de moneda

Pero hay otras maneras de financiar el gasto público e incluso el gasto privado si fuera necesario.
Los bancos centrales de los países desarrollados, como la Reserva Federal y el Central Europeo, están emitiendo enormes cantidades de dinero para compensar los estragos de la crisis. De igual manera, el Banco de la República debe utilizar los amplios márgenes de maniobra que todavía tiene. Ha llegado el momento de abandonar las ortodoxias monetarias, que han hecho mucho daño, y volverse racionales.
El mecanismo más directo es prestarle al Gobierno. Desde la Constitución del 91 se prohibió que el Banco de la República le preste al Gobierno, a no ser que esta decisión la aprueben todos los miembros de la Junta del Banco. Puesto que la situación actual es muy difícil, el endeudamiento del gobierno con el Banco de la República es razonable.
Entre las modalidades del endeudamiento se pueden mencionar: comprar directamente TES, que implica aumentar los activos financieros del banco, u otorgarle crédito directo y aumentar los activos crediticios del banco.

¿Cuánto emitir?

Hay que emitir todo lo que se necesite para financiar al gobierno nacional y a los gobiernos locales. Recordemos que sus ingresos disminuirán sustancialmente:
§  En el caso del gobierno nacional, porque la contención de la pandemia reduce notablemente las ventas, la producción y también las utilidades de las empresas, lo cual reducirá el recaudo de los impuestos al valor agregado (IVA) y a la renta – al mismo tiempo que recibe menos regalías petroleras-.
§  Los gobiernos territoriales tendrán menos ingresos por la misma razón y la postergación de los impuestos locales.

Devaluación del peso colombiano
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Y, al mismo tiempo, aumentarán su gasto corriente por los subsidios adicionales que tienen que ejecutar.
Postergar las inversiones públicas, anualmente casi un 1,5% del PIB, no será suficiente para financiar los subsidios: estamos hablando de subsidios, digamos durante dos meses, para pagar la nómina de, supongamos, las empresas que producen el 40% del PIB, y esto equivale al 2% del PIB, si los salarios son a su vez el 30% del valor agregado generado en esas empresas.
Ante la destrucción del gasto privado, ese monto representaría una cantidad adicional del gasto público necesario para sostener el gasto agregado total.

Reforma tributaria

La situación no sería tan difícil si las finanzas del Estado colombiano fueran más adecuadas: el recaudo de impuestos no alcanza para financiar un gasto público capaz de sostener el Estado de derecho, garantizar los bienes y servicios fundamentales para todos, e invertir lo suficiente para que aumente la productividad y se acelere el desarrollo.
Este es el resultado de la desconfianza en el gasto público que, repetimos, se fue asentando durante los últimos 40 años. El último episodio de esta desconfianza es la llamada “Ley de Crecimiento”, que le apuesta a las exenciones y rebajas del recaudo sin resolver la insuficiencia e inequidad del sistema tributario.
Aprovechando los poderes de la emergencia debería proponerse una reforma verdaderamente estructural con un sentido claramente progresivo. Es urgente aumentar las tarifas del impuesto al patrimonio y a la renta de las personas naturales, incluyendo sus dividendos.

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Fe en el futuro y en la razón

Es tiempo de urgencias, de desafíos, y de racionalidad. Con seguridad saldremos de la pandemia. Pero tenemos que salir de la mejor manera sin destruir el aparato productivo.
Las máquinas seguirán allí. Debemos evitar a toda costa la destrucción de la fuerza laboral, no solo por razones humanitarias. También por razones económicas: si no se dispersa y se mantiene, la recuperación de la actividad económica será inmediata y el futuro será mejor.
* Agradecemos la colaboración de Rolando Escobar. Ph.D. en Economía, profesor asistente de la Universidad Javeriana en el Departamento de Economía.
**Ph.D. en Economía, profesor titular de la Universidad Javeriana en el Departamento de Economía.
** Cofundador de razón Pública, Ph.D. en Economía, profesor titular de la Universidad Externado de Colombia en la Facultad de Economía.




Reflexiones al tema pensiones

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