sábado, 21 de marzo de 2020

Aplanar las curvas es la prioridad


www.eltiempo.com/, 20 de marzo 2020 

 Mauricio Cárdenas Santamaría


Hay una curva de la que se habla menos y que también requiere medidas extremas: la de la economía.

Siempre he pensado que para enfrentar las crisis tenemos que apoyarnos en las fortalezas. Por ejemplo, todos los colombianos tenemos seguro de salud, algo que no ocurre en muchos otros países. Por otra parte, aunque es un tema de permanente crítica y debate, es también de gran valor que nuestra economía es sólida, incluidas las finanzas públicas y el sistema financiero. El covid-19 llegó a muchos países de la región en momentos de deterioro económico. No es el caso de Colombia.

En otras palabras, los colombianos podemos recibir atención médica sin tener que pagar de nuestro propio bolsillo, al tiempo que el Gobierno cuenta con cierto margen de maniobra –que no tienen otros países– para tomar medidas excepcionales como las que se requieren en este momento.

Esto nos debe dar algo de confianza en medio de un panorama tan desafiante como el actual. Los efectos devastadores del coronavirus, agravados por la caída del petróleo y la crisis de los mercados de capitales, plantean un escenario hasta hace poco inimaginable. El FMI, en sus ejercicios de riesgos extremos –que comparte a puerta cerrada para que los países se preparen para lo peor–, nunca pensó en algo así.

Aplanar la curva de la pandemia es el reto de hoy. Reducir el número de casos es el objetivo dominante, no solo porque le quita presión a un sistema de salud sin las camas y equipos requeridos para atender una emergencia de esta magnitud, sino porque ayuda a ganar tiempo mientras aparece una solución definitiva. Monitoreamos esta curva en tiempo real.
Pero hay otra curva por aplanar, de la que hoy se habla menos y que también requiere medidas audaces y extremas: se trata de la curva de la economía. Si no hacemos algo contundente para frenar su caída, muy pronto no nos dejará pensar en nada más.

Además de inyectarle recursos a la salud para resolver los cuellos de botella, es urgente mitigar la disminución de los ingresos de los hogares. Los trabajadores informales, que viven del contacto humano, pueden perder la totalidad de sus ingresos, mientras que los asalariados se están quedado sin trabajo.

Para enfrentar esta situación no es suficiente acelerar la devolución del IVA. En las circunstancias actuales se debe llegar a todos los colombianos en condición de pobreza con un apoyo económico significativo, del orden de un millón de pesos por hogar este año. Es claro que esto tendrá un costo elevado –cercano a los 3,5 billones de pesos–, pero es la única forma de impedir que la pobreza se agudice y, con ella, se agraven los problemas de desnutrición y salud.

En el caso de los asalariados, es necesario evitar su despido. Una fórmula es que el Gobierno Nacional asuma los impuestos a la nómina mientras duran las restricciones para contener la pandemia. Si esto se limita a los trabajadores de menos de 4 salarios mínimos, costará algo cercano a los 3 billones por trimestre.

También hay que pensar en las empresas. Es previsible que el Banco de la República baje las tasas de interés el próximo viernes –entre otras razones, porque la recesión es ahora el mal mayor por evitar–. Sin embargo, la efectividad de esta medida para estimular la demanda será muy limitada, pues más que tomar nuevos créditos, lo que necesitan los deudores es refinanciar las obligaciones existentes, algo que los bancos ahora pueden hacer sin tener que aumentar las provisiones o poner más capital. 


La banca de desarrollo también tiene que intervenir con créditos subsidiados en ciertos sectores. Y, aunque esto es anatema para muchos economistas, no se puede descartar que el Gobierno tenga que capitalizar algunas empresas estratégicas y pasar a controlarlas por un tiempo, como ocurrió en Estados Unidos con General Motors en 2008.

La gran pregunta es cómo se va a pagar todo esto. No es realista pensar que los gastos extraordinarios se puedan acomodar dentro de las metas fiscales de este año. En aras de la transparencia, es mejor aceptar de una vez que esto aumentará el déficit del Gobierno, dentro de los parámetros establecidos por la regla fiscal. Y no estamos hablando de décimas, sino de puntos del PIB.

Entre otras razones, porque todo el mundo entiende que si no hay un paquete fiscal contundente, será imposible aplanar las dos curvas.

Mauricio Cárdenas




Reflexiones al tema pensiones
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