las2orillas.co, octubre 29, 2019
Chile está prendido porque las pensiones
en manos de los Fondos —que copiamos en Colombia— son irrisorias; la educación
ahoga la juventud con deudas impagables, la salud es mala y costosa.
El desconcierto que ha generado la convulsión en Chile es la oportunidad
para que aquellos que se sentían dueños de la verdad y que han impuesto sus
ideas durante décadas escuchen unas cuantas verdades que no quieren aceptar.
Probablemente, la que más se requiere ahora es que por fin se reconozca que es
el Estado, y no el mercado, el que tiene la responsabilidad de garantizar el
bienestar de toda la sociedad.
Pero en esta obsesión neoliberal, el rol del
Estado quedó reducido a darle limosnas a los más pobres y a apoyar al
empresariado; llenándolo de prebendas que no se tradujeron en lo que tanto
proclaman al unísono gobiernos y empresarios: empleos decentes, ingresos
suficientes, oferta de educación, salud y protección social para garantizar
movilidad social, bienestar y una vejez digna.
A muchos de nuestros colegas economistas se les olvida que este modelo, que
después se recogió en el Consenso de Washington, empezó en América Latina bajo
el gobierno del dictador Augusto Pinochet, con la bendición de la cuna del
neoliberalismo en la escuela de Chicago. Hoy quienes lucharon por la democracia
en Chile, y lo lograron, reconocen con pena que a pesar de ajustes valerosos,
la esencia del modelo que privilegia el mercado sobre el Estado continúa hasta
el día de hoy.
En estos momentos de desconcierto, cuando el descontento es imparable, los
economistas creen que basta con otros pequeños ajustes porque lo que "está
en crisis es la democracia por culpa de políticos distantes, ineptos y
corruptos."
Pero como siempre sucede, más cautelosos, los políticos van a
terminar echándole la culpa al modelo económico, o sea, a los economistas. La
verdad es que apenas se empieza a entender la profundidad de este drama pero ya
se sabe, y es más grave aún, todos coinciden en que es imposible saber donde
terminará esta situación. Mientras esto sucede, Chile si le envía un mensaje a
Colombia… con amor.
Para entenderlo solo basta mirar las propuestas que tanto la OCDE, frente a
la cual se desmaya el gobierno Duque tan o más de derecha y neoliberal que el
de Piñera, como las de los empresarios que se sienten dueños, con razón, del
actual gobierno en Colombia.
El señor Gurría propone subir el IVA —aún más—
para enfrentar un problema peor que el que tiene Chile: muy pocos impuestos
sobre el PIB. Por qué no leen lo que dice ahora el expresidente Ricardo Lagos
cuando se arrepiente de lo que le tocó hacer. Como no tenía espacio político
para subir otros impuestos solo le quedó el IVA, altamente regresivo, para
hacer las obras impostergables de infraestructura que hoy tiene Chile.
Sin
duda, el costo de estas decisiones lo asumió quien no debía: la gente. Hoy esos
chilenos tienen en jaque a su país, y además, temblando a quienes lo seguían
como su modelo.
En Chile, como en Colombia, era y sigue siendo imposible que
los individuos ricos —la mayoría dueños de las empresas y con inmenso poder
político— paguen los impuestos que les corresponden.
“La propuesta reforma pensional de Duque es reforzar el modelo en crisis de
Chile, y ahora propone que "la pensión será lo que ahorre cada individuo"; es
decir, una pensión miserable para los miserables.”
Pero hay más, como el Estado es tan ineficiente, culpa de los políticos, se
privatizaron las pensiones, la salud y la educación. Hoy se prende ese país
porque las pensiones en manos de los Fondos —que copiamos en Colombia— son
irrisorias; la educación tiene a la juventud al cuello con deudas impagables, y
la salud es mala y costosa.
Pues resulta que la propuesta de reforma pensional
del gobierno Duque es reforzar el modelo en crisis de Chile, y ahora propone
que "la pensión será lo que ahorre cada individuo"; es decir, una
pensión miserable para los miserables y una pensión bien rica para los ricos.
La salud en manos de las EPS e IPS tiene muchas de las debilidades que
enardecieron al pueblo chileno y no se vislumbra ningún cambio de modelo porque
la salud sigue siendo un negocio.
El mensaje de Chile a los colombianos es subliminal y bien directo: si no
entienden que esa forma de responder a las profundas necesidades de una
sociedad más desigual e injusta que la chilena prepárense, y después no digan
que no se los advertimos… con amor.
E-mail cecilia@cecilialopez.com
Reflexiones al tema
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Twitter: @orregojj