La campaña del plebiscito y los acuerdos de La Habana han dado lugar a varias paradojas. Miremos algunas.
Por primera vez en la historia del mundo, los partidarios de la paz tienen que demostrar las bondades de la finalización de un conflicto.
Uribe, que nunca reconoció la guerra, se la juega toda por continuarla.
Aunque la guerra con las Farc ha afectado principalmente a los campesinos, su suerte la decidirán los habitantes de las ciudades.
Si gana el Sí y llegan a buen puerto los programas de desarrollo rural, Santos, quizá el mandatario más indiferente a los problemas del campo, será recordado como el líder que hizo posible su reestructuración.
La relación de Uribe con las Fuerzas Armadas, que siempre fue buena por el espíritu guerrerista del senador, se deterioró en los últimos cuatro años por culpa de ese mismo espíritu. Y porque, de ganar el No, no se aplicará la benévola Justicia Transicional, hecho que perjudicará en materia grave a los cinco mil miembros de las Fuerzas Armadas que tienen procesos abiertos por violaciones a los Derechos Humanos y especialmente a dos mil de ellos, que están incursos en delitos de lesa humanidad.
Igualmente, y por la mismas razones, se han deteriorado las relaciones del CD con los empresarios. Muchos de ellos, que estaban en vilo porque la Fiscalía y las Altas Cortes los consideran cómplices de la subversión y del paramilitarismo por el pago de vacunas, tienen fincadas sus esperanzas en una cláusula de la Justicia Transicional que considera la coacción un factor absolutorio y califica las vacunas como una “colaboración involuntaria”.
Paradoja del “palo porque bogas…”. Odiadas toda la vida por comunistas, en los últimos años las Farc son odiadas porque “abandonaron sus ideales”.
“Paradoja noble”. En general, las víctimas del conflicto son generosas con el perdón y quieren trabajar por la reconstrucción del país.
La paradoja más triste: la terminación del conflicto, un viejo y caro anhelo, se convirtió en un motivo de discordia y puede arruinar la oportunidad de unir a los colombianos en torno a un gran proyecto nacional.
¿Qué viene después del 2 de octubre? Si gana el No volvemos al pasado. Si gana el Sí, el presidente empleará su músculo político y la fuerza de la Unidad Nacional para convertir en leyes de la República ese ambicioso compendio de buenas intenciones que son los Acuerdos.
Los analistas no descartan que, dada la complejidad de los Acuerdos, sea necesario convocar a una Constituyente en el corto plazo. Se cumplirían así los deseos de las Farc y el Centro Democrático, que desde el principio abogaron por la realización de una asamblea de este tipo.
Es obvio que ni los tribunales de Colombia, ni los de ningún país del mundo, pueden juzgar con eficiencia los horrores de medio siglo de guerra. Ninguna corte del mundo es capaz resolver el infinito prontuario de infamias de las Farc ni de llevar a los tribunales a los miles de empresarios, ganaderos, pastores y sacerdotes, ni a las decenas de generales ni a los seis presidentes (Barco, Gaviria, Samper, Pastrana, Uribe y Santos) que tuvieron tratos íntimos con los paramilitares. Solo entre Don Berna y Ramón Isaza, suman más de mil quinientos crímenes.
Por esto, habrá que proceder como en todos los procesos de paz del mundo y declarar una amnistía general que abarque a todos los actores del conflicto.
Pero la justicia restaurativa no es negociable. Debe haber ejercicios de memoria histórica sobre el horror de estos decenios de guerra, confesiones que descorran los velos que cubren las masacres y coadyuven a la elaboración del duelo por parte de los parientes de las víctimas, y un plan de reparación lo más amplio y generoso posible.
increible:..Si gana el Sí, Santos, mandatario indiferente al campo, será el líder que hizo reestructuración.: http://jujogol.blogspot.com/2016/09/las-paradojas-del-conflicto.html?spref=tw
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