www.portafolio.co/, ABRIL 25 DE 2020
POR:
PORTAFOLIO
No sabemos cómo serán los empleos del futuro, pero sí sabemos que habrá una necesidad de emplearse en actividades diferentes. 123RF
Darwin fue el primero en afirmar que no
sobreviven las especies más fuertes o inteligentes, sino las más adaptables al
cambio.
Hace 60 días estuve en una conferencia internacional donde consultores y
académicos armados de estadísticas trataban de adivinar el futuro del trabajo,
del estudio y la universidad. Estaba en Milán, pero el COVID-19 no había
paralizado el mundo occidental.
Los reunidos decían que las empresas esperan a que sus colaboradores se apunten a la transformación digital logrando una armonía entre los conocimientos en tecnología y las habilidades de gestión. Así mismo, destacaban la importancia de tener la amplitud mental para integrarse en equipos diversos y multiculturales; un mindset emprendedor y la sensibilidad para los temas sociales y medioambientales.
La universidad que forma a los estudiantes para las
empresas del futuro es un lugar que fomenta el pensamiento crítico y analítico
a la par de la innovación y creatividad; donde no hay tabúes y se cuestiona el
status quo; al tiempo que se comparte un profundo sentido de responsabilidad.
De las aspiraciones de estos tres actores - empresas,
estudiantes y universidades - surge la imagen del mundo laboral del futuro que
se puede resumir en tres principios básicos:
El individuo será un estudiante durante toda su vida;
se empleará en lo que haga falta o creará su propio emprendimiento, tendrá
consciencia del impacto y sentirá una profunda responsabilidad. ¿Es posible que
el COVID-19 nos haya acercado aceleradamente a este futuro esperado?
Analicémoslo:
1. Estudiante durante toda la vida
Muchas personas tienen colgados sus diplomas, no como
el punto inicial de su proceso de aprendizaje sino como un logro definitivo. Si
el mundo laboral del futuro exige estudios durante toda la vida, las relaciones
entre los estudiantes y las universidades como comunidades de aprendizaje y
co-creación de conocimiento deberán a empezar a eliminar la amplia percepción
de los diplomas como trofeos.
Al mismo tiempo, el concepto de universidad como un
campus también va a tender a desaparecer. La digitalización de los contenidos;
el diseño pedagógico orientado al aprendizaje de los estudiantes en un ambiente
multimodal, donde lo presencial y lo virtual se mezclan; la calidad de las ideas
compartidas en un espacio global articulado por redes sociales da protagonismo
a los individuos quitándole peso a las instituciones.
2. Profesiones que hoy no existen
No sabemos cómo serán los empleos del futuro, pero sí
sabemos que habrá una necesidad de emplearse en actividades diferentes. Hoy,
por ejemplo, existen empleos como creador de noticias falsas o eliminador de
contenidos ofensivos en redes sociales.
Hay un gran número de personas que sueñan con crear su
negocio innovador mediante tecnología avanzada, para llegar a transformar
industrias completas o por lo menos su suerte financiera. La verdad es que
emprender también significa asumir riesgos financieros, lo que puede traducirse
en una menor seguridad económica para los trabajadores. Un remedio para esta
situación sería acceder a capital de riesgo, que es todavía escaso por fuera de
los grandes ecosistemas de emprendimiento de alto impacto.
La situación actual trajo la noción de riesgo
financiero para amplios segmentos de la población, pero también nos ofreció una
gran oportunidad de inventar algunos de los trabajos del futuro hoy. Quienes
pueden apalancarse en su espíritu emprendedor y domar sus miedos tienen un
enorme horizonte para innovar.
3. Individuo con conciencia del impacto
Los sistemas productivos hoy están tan interconectados
que una sola decisión como, por ejemplo, escoger uno u otro fondo de pensión
puede tener impacto en el desarrollo de la industria petrolera en Alaska o en
el nivel de trabajo infantil en India. Un número cada vez mayor de personas
toma conciencia y trata de entender las relaciones de causa y efecto en estas
cadenas de interdependencias. Los movimientos por tomar decisiones responsables
con el medio ambiente y las comunidades están canalizando mucho interés y
energía, especialmente entre las generaciones jóvenes. No obstante, los
directores en las juntas directivas de hoy no tienen la preparación para pensar
en estas categorías y necesitan de manera urgente desarrollar estas
sensibilidades.
El COVID-19 demostró dramáticamente las
interdependencias entre comunidades cercanas y lejanas y agudizó nuestras
sensibilidades con las injusticas sociales y los abusos medioambientales.
Nuestra capacidad de repensar la vida después de la emergencia con una mirada
sensible y empática imprimirá una nueva matriz en las tecnologías, modelos de
negocio y pautas de consumo durante los años venideros. Tomar conciencia de
esta responsabilidad individual y colectiva en el momento actual y escuchar a
las voces del cambio representará una revolución silenciosa comparable en su
impacto con la caída del comunismo hace 30 años.
Este nuevo contexto parece volver a leer a Darwin
quién fue el primero en afirmar que no sobreviven las especies más fuertes o
inteligentes, sino las más adaptables al cambio.
Por: Veneta Andonova
Decana de la Facultad de Administración de la Universidad de los Andes
Reflexiones al tema pensiones
Twitter: @orregojj
Muchas gracias Juan José, excelente articulo, el tema laboral seguirá siendo a mi manera de ver el eje central de toda sociedad, sin él no hay supervivencia de la especie humana, crecimiento, generación de riqueza, ni calidad de vida. La manera más razonable como se establezca la explotación de los recursos en armonía con la naturaleza, la calidad de las políticas de transformación de las materias primas, la inteligencia de consumo, y la adecuada distribución de los beneficios obtenidos en los procesos, podrían ser los parámetros más importantes que determinarían las sociedades civilizadas del futuro.
ResponderEliminarRecibe de mi parte un fuerte abrazo,
Carlos Adolfo Rodríguez