José Roberto Acosta - Miembro de la Red por la Justicia Tributaria Expertos sostienen que
con el deseo no se pueden hacer presu-puestos. Una salida es reducir el
gasto de funcionamiento y aumentar el de inversión.
No ha estado exento de críticas el anunciado Marco Fiscal de Mediano Plazo.
La visión del Gobierno dista de la de la mayoría de analistas. ¿Excesivo optimismo?
La visión del Gobierno dista de la de la mayoría de analistas. ¿Excesivo optimismo?
Como parte de la tradición fiscal colombiana, en el país son publicados a mitad de año los resultados y los supuestos de la actividad económica el futuro cercano, planteando así, los escenarios macro del gasto, el endeudamiento y el financiamiento del gobierno, en las diez vigencias siguientes.
En ese contexto, el Ministerio de Hacienda divulgó las predicciones para el país en los próximos años, los cuales se ajustan al cumplimiento de la regla fiscal y contemplan la moderación de expectativas de la mayoría de agentes del mercado, como por ejemplo lasproyecciones del déficit fiscal y un menor crecimiento económico en 2015.
De la lectura del documento se desprenden tres grandes conclusiones. La primera, que pese a que el Gobierno reconoce la desaceleración de la actividad económica, sus proyecciones de crecimiento (3,6%) superan las del Banco de la República (3,2%), el Fondo Monetario Internacional (3,4%) y ampliamente la del Bank of America (2%). La segunda, que por ahora el gobierno no presentaría una reforma tributaria en 2015. La tercera es que pese al reconocimiento de la existencia de una disminución permanente de los ingresos del Gobierno en el futuro inmediato, lo cual debería suponer una caída del gasto, sin embargo, este ajuste solo se haría efectivo a partir de 2018. Es decir, en el próximo gobierno.
De este marco general surgen varios cuestionamientos que le quitan el sueño a algunos analistas.
Las críticas
Algunos de los supuestos revelan, como sostiene el consultor Aurelio Suárez, que “existe inconformidad por las cuentas de la lechera del gobierno Santos”.
Por ello, José Roberto Acosta, profesor del Cesa y miembro de la Red por la Justicia Tributaria, afirma que “todavía creemos que estamos viviendo en el ‘País de las Maravillas’ y por eso se hacen proyecciones demasiado optimistas, como por ejemplo pensar en un precio del barril del petróleo por encima de los US$75, cuando ni siquiera la Opep plantea estos escenarios”.
Sobre el precio del petróleo, voces como la de Jonathan Malagón, Vicepresidente Técnico de Asobancaria, aseguran que los “supuestos de precio del petróleo en el marco fiscal de mediano plazo son poco plausibles”.
En esta coyuntura, el senador Iván Duque puso el dedo en la llaga sobre los planteamientos del Marco Fiscal. Uno de ellos es la “credibilidad parcial de las estimaciones presentadas por el Gobierno”. Como ejemplo cita los pronósticos de crecimiento de la economía colombiana en 2015 divulgados en 2014: “el Ministerio de Hacienda proyectaba un crecimiento de 4,8%, hoy esa cifra es de 3,6%”. De igual forma, el senador Duque prende alarmas sobre las vigencias futuras, las cuales “están llegando a su tope en los años 2015-2016 y 2019-2022 y se aplicarán a los gobiernos de turno, dejando sin espacio de maniobra y decisión en la utilización de recursos de inversión”.
El origen de los males
Más allá del punto de partida con el que se elaboró el plan financiero del Gobierno en los próximos años, existe una arista que es fuente de incertidumbre en el futuro: el déficit de cuenta corriente.
Que el país tenga déficit de cuenta corriente quiere decir que sostenidamente las importaciones han sido mayores que las exportaciones. En otras palabras, que el país ha estado en un proceso de endeudamiento con el resto del mundo para adquirir bienes y servicios. En 2014, dicho déficit llegó al 5,2% del PIB, el mayor nivel en 10 años.
¿Por qué el sector externo enreda las cuentas fiscales? Porque uno de los supuestos del Marco Fiscal de Mediano Plazo es la reducción del déficit de cuenta corriente en los próximos años, pese a que en 2015 dicho indicador sería de 5,6%. Sin embargo, bajar dicho déficit haría necesario una reducción del gasto, por esa vía una caída del crecimiento económico y de este modo un aumento del endeudamiento. De materializarse dicho evento, Colombia estaría más cerca de los planteamientos pesimistas del Banco de la República que del escenario sugerido por el Ministerio de Hacienda.
Las soluciones
El primer paso para enfrentar un problema es reconocerlo. Por ello un analista consultado por la revista señala que “el Ministro podría seguir diciendo que el crecimiento en 2015 va a ser del 3,6% pero que el plan financiero estaba basado en escenarios pesimistas”. Por esta vía, asegura la misma fuente, “seguiría mandando las señales optimistas de un Ministro sin generar inquietudes”.
Para el senador Iván Duque, la solución en los tiempos de crisis ya está inventada y consiste en recortar el gasto de funcionamiento y promover el de inversión, el cual, en línea con los postulados de Keynes, tiene efecto multiplicador.
Para ello, sostiene Acosta, la clave es flexibilizar la regla fiscal y promover el endeudamiento, porque “si es tan cierto que el retorno de las obras de infraestructura rentan el 13%, ¿por qué no apalancarse al 7% en pesos o al 4% en dólares?”. Esto sugeriría que es posible utilizar una figura de endeudamiento con destinación específica, colocando US$2.500 millones en el mercado internacional, se dejan estos en una cuenta en el exterior y esos recursos alimentarían la inversión en infraestructura en cada una de sus etapas. Además, “dicho mecanismo sería muy bien visto por organismos internacionales”, agrega.
Los tiempos que vienen serán decisivos para los próximos años y el Gobierno deberá seguir deseando lo mejor, sin dejar de prepararse para lo peor.
En ese contexto, el Ministerio de Hacienda divulgó las predicciones para el país en los próximos años, los cuales se ajustan al cumplimiento de la regla fiscal y contemplan la moderación de expectativas de la mayoría de agentes del mercado, como por ejemplo lasproyecciones del déficit fiscal y un menor crecimiento económico en 2015.
De la lectura del documento se desprenden tres grandes conclusiones. La primera, que pese a que el Gobierno reconoce la desaceleración de la actividad económica, sus proyecciones de crecimiento (3,6%) superan las del Banco de la República (3,2%), el Fondo Monetario Internacional (3,4%) y ampliamente la del Bank of America (2%). La segunda, que por ahora el gobierno no presentaría una reforma tributaria en 2015. La tercera es que pese al reconocimiento de la existencia de una disminución permanente de los ingresos del Gobierno en el futuro inmediato, lo cual debería suponer una caída del gasto, sin embargo, este ajuste solo se haría efectivo a partir de 2018. Es decir, en el próximo gobierno.
De este marco general surgen varios cuestionamientos que le quitan el sueño a algunos analistas.
Las críticas
Algunos de los supuestos revelan, como sostiene el consultor Aurelio Suárez, que “existe inconformidad por las cuentas de la lechera del gobierno Santos”.
Por ello, José Roberto Acosta, profesor del Cesa y miembro de la Red por la Justicia Tributaria, afirma que “todavía creemos que estamos viviendo en el ‘País de las Maravillas’ y por eso se hacen proyecciones demasiado optimistas, como por ejemplo pensar en un precio del barril del petróleo por encima de los US$75, cuando ni siquiera la Opep plantea estos escenarios”.
Sobre el precio del petróleo, voces como la de Jonathan Malagón, Vicepresidente Técnico de Asobancaria, aseguran que los “supuestos de precio del petróleo en el marco fiscal de mediano plazo son poco plausibles”.
En esta coyuntura, el senador Iván Duque puso el dedo en la llaga sobre los planteamientos del Marco Fiscal. Uno de ellos es la “credibilidad parcial de las estimaciones presentadas por el Gobierno”. Como ejemplo cita los pronósticos de crecimiento de la economía colombiana en 2015 divulgados en 2014: “el Ministerio de Hacienda proyectaba un crecimiento de 4,8%, hoy esa cifra es de 3,6%”. De igual forma, el senador Duque prende alarmas sobre las vigencias futuras, las cuales “están llegando a su tope en los años 2015-2016 y 2019-2022 y se aplicarán a los gobiernos de turno, dejando sin espacio de maniobra y decisión en la utilización de recursos de inversión”.
El origen de los males
Más allá del punto de partida con el que se elaboró el plan financiero del Gobierno en los próximos años, existe una arista que es fuente de incertidumbre en el futuro: el déficit de cuenta corriente.
Que el país tenga déficit de cuenta corriente quiere decir que sostenidamente las importaciones han sido mayores que las exportaciones. En otras palabras, que el país ha estado en un proceso de endeudamiento con el resto del mundo para adquirir bienes y servicios. En 2014, dicho déficit llegó al 5,2% del PIB, el mayor nivel en 10 años.
¿Por qué el sector externo enreda las cuentas fiscales? Porque uno de los supuestos del Marco Fiscal de Mediano Plazo es la reducción del déficit de cuenta corriente en los próximos años, pese a que en 2015 dicho indicador sería de 5,6%. Sin embargo, bajar dicho déficit haría necesario una reducción del gasto, por esa vía una caída del crecimiento económico y de este modo un aumento del endeudamiento. De materializarse dicho evento, Colombia estaría más cerca de los planteamientos pesimistas del Banco de la República que del escenario sugerido por el Ministerio de Hacienda.
Las soluciones
El primer paso para enfrentar un problema es reconocerlo. Por ello un analista consultado por la revista señala que “el Ministro podría seguir diciendo que el crecimiento en 2015 va a ser del 3,6% pero que el plan financiero estaba basado en escenarios pesimistas”. Por esta vía, asegura la misma fuente, “seguiría mandando las señales optimistas de un Ministro sin generar inquietudes”.
Para el senador Iván Duque, la solución en los tiempos de crisis ya está inventada y consiste en recortar el gasto de funcionamiento y promover el de inversión, el cual, en línea con los postulados de Keynes, tiene efecto multiplicador.
Para ello, sostiene Acosta, la clave es flexibilizar la regla fiscal y promover el endeudamiento, porque “si es tan cierto que el retorno de las obras de infraestructura rentan el 13%, ¿por qué no apalancarse al 7% en pesos o al 4% en dólares?”. Esto sugeriría que es posible utilizar una figura de endeudamiento con destinación específica, colocando US$2.500 millones en el mercado internacional, se dejan estos en una cuenta en el exterior y esos recursos alimentarían la inversión en infraestructura en cada una de sus etapas. Además, “dicho mecanismo sería muy bien visto por organismos internacionales”, agrega.
Los tiempos que vienen serán decisivos para los próximos años y el Gobierno deberá seguir deseando lo mejor, sin dejar de prepararse para lo peor.
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