domingo, 25 de noviembre de 2012

Las 'Seis Horas' de los pensionados


Por: Mauricio Botero Caicedo
Utilizar un desfile hipotético como alegoría para ilustrar la monstruosa inequidad del sistema pensional colombiano es oportuno. La alegoría no es cosecha de quien escribe esta nota, sino la creación del recientemente fallecido economista holandés Jan Pen, denominada el Desfile de los enanos.
En nuestro desfile, cuya duración sería seis horas y tendría lugar en el ‘Autódromo de Tocancipá’, asumimos que el colombiano medio mide 1,6 metros y su ingreso promedio anual (de acuerdo con cifras del Economist) es de $13’500.000 (US$7.500). Para resaltar las diferencias de ingresos, en vez de billetes, utilizaremos variaciones en la altura promedio de 1,6 metros; y el tiempo que duren los pensionados desfilando representa el número relativo, de cada grupo, en el total de los participantes.
De las 4’630.100 personas en edad de pensionarse, arrancan el desfile los 3,3 millones de colombianos que no tienen pensión. Los ingresos de estos desdichados no pasan de los $50 mil mensuales, menos de un dólar diario, siendo sus entradas 22,5 veces menores que el colombiano medio. Por ende, su tamaño relativo es de sólo siete centímetros, la mitad de una botella de gaseosa. De las ‘Seis Horas’, este grupo va a desfilar durante cuatro horas y diecinueve minutos.
Los espectadores, extenuados de ver estos diminutos compatriotas, y faltando una hora y 41 minutos para finalizar el evento observan que se une al desfile un grupo de 1’300.000 personas cuya pensión promedio ronda el salario mínimo, es decir, $550 mil mensuales, $6’800.000 al año (US$3.778). Al ser el ingreso de estos pensionados la mitad del ingreso promedio del colombiano, su estatura es sólo 80 centímetros (el tamaño de un niño pequeño).
Quedando sólo dos minutos con 22 segundos, la emoción invade el Autódromo cuando entran en pista los más favorecidos (en su totalidad compuestos por funcionarios de nivel alto del Estado), cuyas pensiones rondan los $3 millones mensuales, o sea $36 millones anuales. Estos afortunados, cuyo número es 27.000, miden cuatro metros y 27 centímetros (la altura de una casa de dos pisos) desfilan durante dos minutos y cinco segundos.
Con sólo 17 segundos para terminar el desfile empiezan a pavonearse, ante los delirantes aplausos de todos los asistentes, los verdaderos privilegiados de esta nación: los exrepresentantes, los exsenadores y los exmagistrados que, indistintamente cuánto tiempo hayan permanecido en sus cargos, disfrutan a los 60 años de jugosas pensiones, cuyo promedio anual es $167 millones, pensión que es 12,4 veces mayor que el ingreso promedio del colombiano. Estos gigantes miden veinte metros cada uno (equivalente a un edificio de ocho pisos) y al ser sólo 3.000 privilegiados, galopan raudos y veloces en escasos 13 segundos.
El plato fuerte (los auténticos ‘cacaos’ del sistema pensional) vienen de último y sólo duran 4,2 segundos recorriendo el trayecto. Su número es cercano a las 100 personas y está compuesto por los expolíticos y exmagistrados que con base en argucias, triquiñuelas y otras oscuras maniobras han logrado elevar sus pensiones a cerca de $30 millones mensuales, $360 millones anuales. Estos ingresos, 26,7 veces mayores que las del colombiano medio (60 veces más que la pensión mínima), los coloca a una altura de 42,7 metros (la altitud de un edificio de 17 pisos).
Los espectadores están anonadados: en seis horas han visto pigmeos de 15 centímetros y gigantes de 43 metros. Para el economista argentino Martin Lousteau, “ahora se entiende por qué a algunos les cuesta tanto ver lo que pasa allá abajo…”. La inequidad para los ‘gigantes’ pasa inadvertida porque desde un piso 17 es casi imposible distinguir un gnomo de 15 centímetros. ¿Habrá, lector, un sistema pensional más inequitativo que el colombiano?

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