Elespectador.com, Por: Héctor Sandoval Duarte
Polémica en el tema de las
pensiones.
Gravar las pensiones que superen los $10 millones mensuales con una
tarifa del 5%, como lo propone la reforma tributaria radicada por el Gobierno,
no ha dejado de generar resistencia y malestar entre algunos de los
congresistas que están analizando el proyecto desde hace varias semanas. Sin
embargo, de hacerse efectiva la propuesta, este impuesto terminaría afectando a
menos del 20% de los pensionados que existen en Colombia (aproximadamente,
200.000 entre poco más de un millón de personas).
“¿Quiénes tienen pensiones en Colombia? ¿La clase media? Me muero de la
risa”, cuestiona el director de la DIAN, Juan Ricardo Ortega López, al recalcar
que congresistas y magistrados (con pensiones superiores a los $15 millones)
forman una gran parte de un caro subsidio que debe acarrear el Estado por $30
billones anuales (un 16% del Presupuesto General de la Nación para 2013).
“La propuesta de un gravamen del 5% está generando semejante lío; es una
vergüenza y viola una norma básica que es la progresividad. Que exista la
conciencia de que la pensión debe tributar es una discusión política”, comentó
Ortega. Con este planteamiento, alguien que se gane una pensión de $10 millones
estaría pagando la misma tarifa que una persona que devengue una mesada de $16
millones.
En Colombia, reconoce el jefe de la DIAN, el subsidio más regresivo que
se da es el de las pensiones, en particular a las más altas, que han estado en
el ojo del huracán, como algunas existentes en la Rama Judicial. “Ahí, el país
tiene una desigualdad salvaje. Eso vale una cantidad de plata y una pensión de
$10 millones jamás va a ser de clase media. Una mesada aquí en el país no
tributa ni al gastarse ni al recibirse”.
Recordó un caso emblemático: el de una pensión de $30 millones mensuales
que se le dio a un fotógrafo que trabajaba en la antigua Caja Agraria y formaba
parte del sindicato. “Esto parte de una demanda que él ganó en 2005 por la vía
del Tribunal de Cundinamarca”.
Otra historia similar, cuenta Ortega, fue la de unos empleados del Banco
de la República que hace varios años demandaron al Emisor argumentando que los
viáticos y el carro con conductor eran parte del mínimo vital para pensionarse.
“Mire cómo funciona la solidaridad. Los tipos ganaron la demanda”. “Hubo un
caso de una pensión en 1994 que valía $25 millones al mes y que se ganó un tipo
de 49 años sin tener que pagar un peso sobre esos ingresos. ¿Qué tal que una
pensión pague impuestos?”.
La conclusión de todo esto para Ortega es que durante décadas las
empresas públicas y entidades estatales como Ecopetrol, el Banco de la
República y las altas cortes han sido el fortín de las pensiones millonarias.
Este círculo contrasta con un panorama donde el 80% de los pensionados del país
—poco más de 800.000 ciudadanos— devenga mensualmente menos de cuatro salarios
mínimos ($2’266.000).
Juan Mario Laserna, senador de la República,
comentó que este impuesto que se propone a las pensiones altas es pequeño en
comparación a lo que se paga en otras partes del mundo, teniendo en cuenta que
un 30% de las mesadas que reciben los colombianos se conforman por los ahorros
del empleado y el 70% restante se encuentra subsidiado.
Sin embargo, el representante a la Cámara David Barguil cree que imponer
un gravamen a quien ya entró en edad improductiva “no tiene mucho sentido”. “Mi
crítica en lo pensional es sobre el ahorro voluntario. Con el Impuesto Mínimo
Alternativo Nacional (IMAN) sobre los ingresos, el incentivo a ahorrar de
manera voluntaria se vuelve ineficaz”.
En cambio, para el decano de la Facultad de Economía de la Universidad
Jorge Tadeo Lozano, Salomón Kalmanovitz Krauter, una pensión de $10 millones en
Colombia constituye un ingreso muy alto que debería pagar impuestos de acuerdo
a lo que propone el IMAN en el proyecto de reforma tributaria. “Esas pensiones
deberían ponerse como ingresos normales, sin decir ‘pobres viejitos’”.
“Mire a ver si esos grandes negocios que se hacen en Colombia han pagado
un peso de impuestos. Le digo: no. No han pagado”. Al afirmar esto, el director
de la DIAN está convencido de que en el país estas grandes transacciones deberían
tributar —como lo hacen en Estados Unidos, donde existe una tarifa del 35%—, y
que esta problemática debería ser una de las discusiones de fondo de la reforma
tributaria.
Muchos de los grandes negocios que se hacen en Colombia, según cuenta el
jefe de la DIAN, se hacen en paraísos fiscales como Panamá, Islas Caimán, Islas
Mann, Delaware (Estados Unidos) para evadir grandes sumas de impuestos. “Mire
la venta de empresas como Lafrancol, Genfar, Promigas, Proenergía y la venta de
acciones de la Drummond. La pregunta es: ¿deberían pagar? Hay gente que dice
que no y creen inmoral que los pongan a tributar. Esto es un robo”.
Pese a que la guerra a los paraísos fiscales parece fortalecerse
alrededor del mundo —a Suiza se le están imponiendo controles más fuertes—, el
senador Laserna asegura que en el país persiste la cultura de llevarse los
capitales al exterior para no tener que pagar impuestos. “Hay maneras de eludir
tributos por vías legales. Muchas multinacionales lo hacen con precios de
transferencia”. Conexo a esto, agrega, la reforma plantea una “amnistía
tributaria para que se legalicen patrimonios que estén en paraísos fiscales”.
Según una fuente gubernamental consultada por este diario, “la parte más
importante y menos mencionada de la reforma es toda la normatividad sobre
vinculados económicos. Ésta busca que las transacciones que se realicen entre
vinculados paguen los impuestos. Además, pretende que se revelen las empresas
vinculadas en el extranjero”.
Para ponerle freno a la evasión de impuestos a través de estas
transacciones, el funcionario consultado consideró que la reforma aborda el
problema “de manera moderna e inteligente” y también da lugar a una rebaja
considerable para la carga tributaria sobre las ganancias ocasionales (del 33%
al 10%).
En medio del debate, Ortega concluye que el proyecto “da pasos pero no
soluciona todo. De lo que nadie ha hablado es de las cláusulas antievasión y
antielusión”.
Es muy loable que se graven las altas pensiones, incluidas las de los altos funcionarios del estado, para que por la vía de la redistribución se compense el atraco al fisco nacional. Eso si, dichos ingresos deben tener destinación fija con el propósito de engrosar el FONDO DE SOLIDARIDAD PENSIONAL y así NINGUN COLOMBIANO se quede sin pensión.
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