miércoles, 22 de agosto de 2012

La verdadera firmeza


Por:  | 


Gabriel Silva Luján

Mucho me temo que los críticos no reconocen esta firmeza progresista e integral de Santos porque no les conviene. Quieren una firmeza que sólo defienda sus intereses.
En las dos semanas que llevo en el país muchas cosas me han sorprendido gratamente y otras no tanto. Una de las que más me llaman la atención es la metamorfosis política de la clase dirigente. Cuando me fui, la euforia uribista estaba en su apogeo. No hubo segunda reelección, pero era como si la hubiera. Hoy, dos años después, me encuentro a las señoras bogotanas con gesto severo denunciando que Juan Manuel resultó no ser Álvaro.
La razón que arguyen usualmente es que al presidente Santos le falta firmeza, que es débil, conciliador, que no se planta. Esa descripción del actual mandatario en nada coincide con la que muchos colombianos tenemos de él. ¿Por qué es tan diferente la percepción de quienes conocemos a Santos de la que hoy sostienen en tono indignado los analistas de coctel?
Me temo que después de dos gobiernos de la seguridad democrática nos acostumbramos a una definición acotada, parcial, limitada de lo que quiere decir firmeza. Si no amenazamos al contrario con que le vamos a partir la cara, no somos firmes. Si no agitamos peligrosas tensiones con los vecinos, somos débiles. Si no tildamos de terroristas a quienes hablan de paz, somos cobardes. Si no amenazamos a los otros poderes públicos, somos flojos. Si no usamos soluciones de fuerza, somos enclenques. Mejor dicho, lo que no sea autoritarismo y provocación es entreguismo.
No estoy de acuerdo con el facilismo que encierra esta definición de la firmeza. Desde la perspectiva de lo que es y debe ser un estadista, me atrevo a afirmar que Santos es más firme que Uribe. Sé que con esta herejía me caerán rayos y centellas, amén de no pocos trinos.
Arranquemos por el pasado. Cuando era práctica común pagar para escaparse del servicio militar, Santos ingresó a la Escuela Naval. En la Colombia en que EL TIEMPO mandaba, renunció a la futura dirección del periódico para transformarse en servidor público. Como ministro de Comercio, sin temerles a los poderosos lobbies del proteccionismo, lideró la inserción del país en la economía global. Como ministro de Hacienda, contuvo una severa crisis financiera y fiscal. Y más recientemente, como ministro del presidente Uribe, tuvo la audacia de acabar con 'Raúl Reyes' y conducir la 'operación Jaque', entre muchos actos de firmeza que le ganaron a ese gobierno su bien merecida reputación de valentía frente al terrorismo. Sí, señores, el Juan Manuel Santos con esa trayectoria es el mismo que hoy señalan como un mandatario indeciso y dubitativo.
Vamos al presente. El Santos que acusan de débil es el que terminó de descabezar al secretariado de las Farc y que ha extraditado a tenebrosos narcotraficantes. Es el mismo que destronó la mafia de las regalías y se enfrentó a poderosos actores regionales para hacerlas más equitativas y útiles. Es el que contra los intereses de los despojadores de tierras logró aprobar la restitución a los campesinos y la compensación de las víctimas. El Santos de hoy es el que desmontó la contratación simulada de las cooperativas para devolverles los plenos derechos laborales y prestacionales a los trabajadores. El mismo que ha denunciado y perseguido la corrupción en las propias entidades del Estado y en el sector salud. El que se paró en las de atrás y corriendo todos los riesgos, tumbó la reforma de la justicia violada por los micos de la impunidad. Es el Santos que mientras tantos quieren seguir hablando de guerra tiene el coraje de plantear que ha llegado la hora de terminar con el conflicto.
Mucho me temo que los críticos no reconocen esta firmeza progresista e integral de Santos porque no les conviene. Quieren una firmeza que sólo defienda sus intereses. El país entonces tendrá que escoger entre una firmeza obtusa al servicio de unos pocos o la grandeza de una firmeza serena para beneficio de todos.

Gabriel Silva Luján

1 comentario:

  1. Pues, lo de la reforma a la justicia fue una acción social desde las redes.
    Y mal haría él ir en contra de la voluntad popular..!

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