sábado, 16 de septiembre de 2017

Los mensajes que le dejó el Papa a Colombia...

11 de septiembre 2017 

Papa Francisco en la iglesia San Pedro Claver
Papa Francisco en la iglesia San Pedro Claver, en Cartagena, el último día de su visita.
Foto: 
Federico Rios / Reuters
Cuatro días intensos se vivieron en Colombia por cuenta de la visita del papa Francisco. Las calles en Bogotá, Villavicencio, Medellín y Cartagena vibraron. Hasta los más indiferentes se dejaron tocar por sus reflexiones emotivas, incluso por las frases que se salieron de todo protocolo. “Es un Papa distinto”, coreaban en las calles por donde anduvo en papamóvil saludando a los colombianos.
El fervor por la figura de Francisco no fue exclusivo de las ciudades mencionadas. La actividad en las redes sociales reflejaron una conexión permanente de los colombianos con la visita religiosa. ¿Qué fue lo que dijo el Papa que se hizo tan viral, en tiempos de redes, pero que caló en una Colombia polarizada e indiferente?
Lo que según el Papa hace únicos a los colombianos
“Colombia es una nación bendecida de muchísimas maneras; la naturaleza pródiga no solo permite la admiración por su belleza, sino que también invita a un cuidadoso respeto por su biodiversidad”.



“Colombia es rica por la calidad humana de sus gentes, hombres y mujeres de espíritu acogedor y bondadoso; personas con tesón y valentía para sobreponerse a los obstáculos”. 
Se refirió a la paz con insistencia
“La búsqueda de la paz es un trabajo siempre abierto, una tarea que no da tregua y que exige el compromiso de todos”.



“Que este esfuerzo nos haga huir de toda tentación de venganza y búsqueda de intereses solo particulares y a corto plazo."

“No es la ley del más fuerte, sino la fuerza de la ley, la que es aprobada por todos, quien rige la convivencia pacífica”.

Le envió un mensaje a la familia
“La familia, soñada por Dios como el fruto del amor de los esposos, lugar donde se aprende a convivir en la diferencia y a pertenecer a otros”.
Hizo un llamado para ser solidarios con los pobres
“Mírenlos a los ojos y déjense interrogar en todo momento por sus rostros surcados de dolor y sus manos suplicantes.
De tú a tú con los jóvenes
“¡No le teman al futuro! ¡Atrévanse a soñar a lo grande!”.



“Mantengan viva la alegría… No se la dejen robar”.

“Ayúdennos a nosotros, los mayores, a no acostumbrarnos al dolor y al abandono”.

“Cuánto los necesita Colombia para ponerse en los zapatos de aquellos que muchas generaciones anteriores no han podido o no han sabido hacerlo, o no atinaron con el modo adecuado para lograr comprender!”.

“También vuestra juventud los hace capaces de algo muy difícil en la vida: perdonar”.

Tocó el tema de la corrupción
“Hay densas tinieblas que amenazan y destruyen la vida: las tinieblas de la injusticia y de la inequidad social; las tinieblas corruptoras de los intereses personales o grupales, que consumen de manera egoísta y desaforada lo que está destinado para el bienestar de todos”.
Habló de reconciliación y verdad
“Reconciliarse es abrir una puerta a todas y a cada una de las personas que han vivido la dramática realidad del conflicto”.



“La verdad no debe, de hecho, conducir a la venganza, sino más bien a la reconciliación y al perdón”.

“Verdad es contar a las familias desgarradas por el dolor lo que ha ocurrido con sus parientes desaparecidos”.

“Verdad es confesar qué pasó con los menores de edad reclutados por los actores violentos. Verdad es reconocer el dolor de las mujeres víctimas de violencia y de abusos”.

Se dirigió a los 8 millones de víctimas en el país
“Cuando las víctimas vencen la comprensible tentación de la venganza, se convierten en los protagonistas más creíbles de los procesos de construcción de la paz”.



“Ustedes llevan en su corazón y en su carne las huellas de la historia viva y reciente de su pueblo, marcada por eventos trágicos, pero también llena de gestos heroicos, de gran humanidad”.
Le advirtió a la Iglesia
“La Iglesia es ‘zarandeada’ por el Espíritu para que deje sus comodidades y apegos”.



“El diablo entra por el bolsillo…”. No se puede servir a Dios y al dinero”.
Se dolió de los los más vulnerables
“Pienso en la prostitución que cada día cosechan víctimas inocentes, sobre todo entre los más jóvenes, robándoles el futuro; pienso en la abominable trata de seres humanos, en los delitos y abusos contra los menores”.
Y se despidió
"Y quise venir hasta aquí para decirles que no están solos, que somos muchos los que queremos acompañarlos en este paso; este viaje quiere ser un aliciente para ustedes, un aporte que en algo allane el camino hacia la reconciliación y la paz".



ELTIEMPO.COM

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