La ola de calor que azota diferentes zonas productoras, arrasando con las cosechas como en el caso de los caficultores, sumado a los continuos incumplimientos del gobierno con los campesinos, y la reciente toma del Ministerio de Agricultura por parte de un grupo de indígenas y desplazados, es un campanazo de alerta sobre lo que puede ocurrir en próximos días.
Con el debido respeto por el señor ministro de agricultura y desarrollo rural, en lugar de ser tan romántico con la realidad del sector agropecuario, debería aterrizar, y más bien dejar sus ínfulas presidenciales para cuando haya cumplido la terea de ponerlo en orden, en línea de productividad y competitividad.
No olvide señor Ministro, que el hambre y la miseria cunde por varios departamentos, hay niños campesinos que están muriendo de desnutrición, puesto que sus progenitores no encuentran empleo, y debido a tanta inseguridad en el campo emigran a las áreas urbanas a fortalecer los cinturones de miseria.
El Censo Nacional Agropecuario que acaba de entregar el gobierno a través del Departamento Nacional de Estadística, “DANE”, es la preocupante realidad de lo que se vive, y se percibe para el inmediato futuro en el sector rural, con la clara advertencia que si no se toman medidas urgentes para conjurarlo, la crisis seguirá avanzando con diagnósticos insostenibles.
El gobierno debe saber que el éxito del proceso de paz, depende básicamente del posconflicto y que el único sector capaz de albergar con instrumentos de trabajo a toda la población desplazada y reinsertada que va a resultar después de firmado el acuerdo de paz, es el sector rural, para lo cual lamentablemente no estamos preparados.
Es inocuo hablar de posconflicto, cuando el sector rural está más que descuadernado y las pocas existencias que hay están en manos de los latifundistas y de las más de doscientas instituciones: federaciones, fundaciones, cooperativas y asociaciones, que viven a expensas de los subsidios que les otorga el Estado para impulsar al pequeño y mediano productor, pero que en últimas todo se va en burocracia, viajes al exterior y gastos suntuarios.
El censo al cual nos estamos refiriendo no se realizaba desde hace 44 años, el último fue en 1.970, con el censo actual queda planteada la hipótesis de varios expertos, en el sentido: que el campo hay que transformarlo, eliminando una serie de instituciones intermediarias entre el Estado y el campesino, que no dejan ver la realidad de lo que está pasando.
Más allá de estas preocupaciones existen otras de más valía, como es la de actualizar el censo de la población campesina con el fin de dotarla de todas las prebendas que constantemente anuncia el gobierno, pero que se diluyen en la misma forma que las anteriores: en promesas que no se cumplen, como es el episodio de los subsidios, y los préstamos hipotecarios, hay un caso bastante aberrante y es el de la Caja Agraria, que no obstante haber sido liquidada hace mas de treinta años, existen miles de pequeños y medianos productores, que no han podido liberar sus predios, puesto que para lograrlo tienen que cumplir una serie de requisitos tan abusivos, y absurdos, que nuevamente nos tendremos que referir al mismo tema, como lo hicimos en años anteriores, pero esta vez lo haremos con mayor contundencia en próxima columna denunciando con nombre propio a sus transgresores.
Pero lo más preocupante es que la población rural campesina, está llegando a la tercera edad, los jóvenes cuando cumplen sus 18 años, por falta de oportunidades, emigran a las ciudades en busca de mejores proyectos de vida, puesto que los primeros años los vivieron en sus veredas en medio de las afujías económicas debido a la desprotección del Estado a los cultivos de pan coger, los altos costos de producción, el encarecimiento de los insumos y a la falta de agro- industrialización de los mismos, con ausencia de canales de comercialización.
Otro dato preocupante, es que la población de menores de cinco años tan solo un 16% está asistiendo a la escuela, existe una total descompensación entre la educación rural y la del sector urbano, puesto que hay veredas con escuelas bien dotadas, pero sin estudiantes, o a la sumo con uno o dos alumnos, situación que no se compadece con los altos costos que esto genera, queriendo decir que los pequeños y medianos productores están migrando a las áreas urbanas o a las ciudades, dejando sus predios abandonados, puesto que no existen garantías para seguirlos trabajando.
En conclusión: el sector agropecuario hay es que reestructurarlo y la mayor prioridad debe ir orientada en dar al campesino verdaderas garantías para producir, consistente en otorgarle todos los beneficios sociales: seguridad, vivienda, salud, educación y que reciban del Estado, los beneficios para lograr al termino de su jornada una pensión que les permite vivir dignamente.
El gobierno no puede seguir jugando a la ruleta del sector agropecuario, puesto que con la crisis de frontera con Venezuela, queda demostrado que fueron miles los compatriotas que emigraron a dicho país, bajo el espejismo de un mejor mañana, pero que ahora regresan con una mano atrás y otra adelante, por lo tanto, se hace indispensable adoptar planes de contingencia para el sector rural, puesto que en su mayor parte los desplazados fronterizos, son campesinos.
Las posibilidades para el sector rural están abiertas, pero lo mas importantes es que nuestro ministro de agricultura sea más creativo, y más realista con lo que está sucediendo, no podemos autoengañarnos, puesto que es una bomba de tiempo que de una momento a otro puede estallar, los miles de compatriotas desplazados de Venezuela, en su mayor parte son campesino, que debido a los continuos incumplimientos del gobierno se fueron a probar suerte con los resultados que saltan a la vista.
Colombia en los actuales momentos tiene infinitas posibilidades de exportar productos agrícolas a varios países con los cuales se han firmado Tratados de Comercio vía: TLC.
urielos@telmex.net.co
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