www.las2orillas.co, mayo 12, 2020
Por: Mario
Ernesto Garzón Gaitán
"Quienes
menos aportan a la creación de riqueza, e incluso algunos que destruyen riqueza
en vez de crearla, son los que terminan devengando las más altas
pensiones"
PLUSVALÍA: Valor que cada trabajador crea por encima de la
remuneración recibida por su fuerza laboral.
Las protestas sociales pre-covid 19, tanto en Europa como en América Latina
son el preámbulo del enorme malestar social que se avecina, luego de que se
supere la crisis de la pandemia que sufrimos, cuyas consecuencias agravarán aún
más el malestar de la desigualdad. Los dirigentes de países como Colombia se
verán abocados a obedecer el nuevo consenso de los organismos internacionales
acerca de la corrección de los déficits en las cuentas gubernamentales. Una de
las primeras recomendaciones de los expertos de esos organismos consiste
en echarle la culpa a los pensionados de la carga de las mesadas como
porcentaje del PIB.
Los economistas neoliberales plantean que todas las actividades económicas
deben ser auto sostenibles, de manera que, según ellos, a los pensionados solo
hay que devolverles el valor de los aportes a los sistemas de pensiones durante
su vida laboral, puestos en valor presente y proyectados según la esperanza de
vida. Este planteamiento desprecia la teoría del valor apropiada por Adam
Smith, padre del liberalismo Manchesteriano. En justicia, el monto de las
mesadas debe permitir que en la vejez se mantenga el nivel de vida del
aportante en los últimos años de su vida laboral, cuyo pago debe derivarse,
además de la devolución de los aportes individuales y de los valores que
aportan las personas que aún laboran, de la devolución de parte de la
contribución de cada individuo a la creación de riqueza social. Quienes se
apropian de la plusvalía social deberían entonces contribuir a los fondos para
pagar las mesadas pensionales.
Para explicar la creciente desigualdad económica en el mundo, Piketty, en
el conocido texto del capital en el siglo XXI, muestra que la tasa de
rendimiento del capital supera de modo constante a la tasa de crecimiento de la
producción y del ingreso, de modo que los dueños de los medios de producción
concentran cada vez en mayor medida la riqueza de los países. Los
estudios hechos para Colombia por Juliana Londoño (alumna de Piketty) han
ratificado la alta concentración de ingresos, que hacen de Colombia el tercer
país con mayor desigualdad en América Latina.
La paradoja en Colombia es que quienes menos aportan a la creación de
riqueza, e incluso algunos que destruyen riqueza en vez de crearla, son los que
terminan devengando las más altas pensiones, llámense congresistas, burócratas
del ejecutivo y del sector judicial, intermediarios financieros y los
corruptos, que han desangrado las arcas nacionales en más de 50 billones de
pesos al año, y que deberían ser sancionados no solo con cárcel intramural sino
con la devolución con intereses de todo lo timado, así sea por medio de la
expropiación de bienes adquiridos con los dineros robados, y esos dineros
podrían ir a fondear los presupuestos de colpensiones.
Por otra parte, es necesario recordar que en las proyecciones hechas en los
90 por el padre de Juliana, Juan Luis Londoño, se preveía, como requisito
indispensable para la financiación de los gastos en salud y en pensiones, la
necesidad de formalizar el empleo de casi la mitad de la población empleada,
que no está afiliada a los fondos que contribuyen a financiar en parte la
pensión de los adultos mayores.
Entonces no se entiende cómo se propone bajar las tasas de renta a las
grandes empresas, con el argumento de que hay que estimular la
competitividad y la generación de empleo, tomando en consideración que éste
camino ha conducido en el pasado a incrementar la tasa de ganancia de los
monopolios y oligopolios y no a la generación de nuevo empleos formal.
Reflexiones al tema pensiones
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