miércoles, 19 de abril de 2017

De la mediocridad a la ilustración...

cronicadelquindio.com,  Abril 18 de 2017
Jorge Álvarez Villalobos




El mito de la caverna, ilustrado por Platón en el libro  La República, establece una analogía sobre el origen del conocimiento del hombre, la representación de las cosas y la naturaleza de la propia realidad. En la obra Platón narra la situación de hombres encadenados desde que nacen en una cueva, donde lo único que ven son las sombras reflejadas en las paredes de la caverna y del exterior solo pueden oír los pocos ruidos que alcanzan a llegar, para ellos  esos elementos son los constructores de su realidad. 

Por fin un hombre logra liberarse de las cadenas, salta al mundo externo, aprende y conoce otra realidad muy diferente. Pero el hombre libre regresa a la caverna para liberar a sus amigos, estos no lo escuchan, lo acusan de mentiroso y lo condenan a muerte. Es claro entonces que durante el transcurso de la vida se da la lucha entre la realidad y las costumbres, pues los seres humanos solemos entrar en lo que se denomina la zona de confort, que es un estado mental y emocional en el cual las personas permanecen pasivas ante su propia vida, por lo que desarrollan una rutina sin riesgos ni sobresaltos y por supuesto carente de incentivos. 

A este estado es lo que el filósofo y sociólogo José Ingenieros, llamó la mediocridad, y la define como una ausencia de características y habilidades personales que le permiten al individuo destacarse en la comunidad, ya que la personalidad individual comienza justamente en el punto donde cada persona se diferencia de las demás.

Ingenieros en su libro El Hombre Mediocre, afirma que, el hombre sin personalidad no es un modelo a seguir, sino una sombra. 

La pusilanimidad, el servilismo, la falsedad, la soberbia, la hipocresía y la envidia son las armas del hombre mediocre, por lo que se convierte en un ser ordinario, obtuso e intolerante. Pero no ser mediocre, no significa que todos tienen que ser exitosos economistas, médicos, abogados, constructores, arquitectos o millonarios, no, lo que significa realmente no ser mediocre es asumir con decoro y responsabilidad el papel que tiene dentro de una sociedad, que si es camionero, zapatero, mecánico o un empleado con salario mínimo, busque siempre ser el mejor.

En ese contexto para Kant, el filósofo alemán, la ilustración es la capacidad que tiene el hombre para tomar sus propias decisiones, sin que otros la tomen por él, ya que todos los hombres tienen la capacidad de razonar. 

Es evidente que la educación es fundamental para desarrollar mayores estándares de vida digna y exitosa, pero la formación académica que se aplica en Colombia, en su gran mayoría no fomenta la creatividad, el análisis, ni la crítica; los docentes casi siempre evalúan la forma cómo sus alumnos reproducen lo aprendido y no por el sentido crítico y de reflexión. 

De ahí que los estados modernos, las empresas brillantes, están mirando con interés a profesionales creativos, innovadores y ante todo que comprendan que la función pública es por encima de todo un servicio a la comunidad, con componente social. 

Lamentablemente en nuestro país, la corrupción se ha vuelto costumbre y un gran número de funcionarios públicos cohonestan con parte del sector privado para desangrar el Estado, con el silencio cómplice de algunos líderes  y políticos que  ven en ellos fuente de ganancia y lucro personal.

NOTA: EL SUBRAYADO ES DE REFLEXIONES AL TEMA PENSIONAL


Reflexiones al tema pensional

1 comentario:

  1. POR: Edgard Juliao

    ESTAS REFLEXIONES A TEMAS CÓMO LA PENSIÓN EN COLOMBIA,NOS PONEN A DUDAR MUCHO DE LA JUSTICIA EN NUESTRO PAÍS.DONDE APARENTEMENTE HAY JUSTICIA, PERO NO HAY TAL,LA NEGACIÓN DEL VALOR JUSTO,CORRECTO DE LA PENSIÓN, REALMENTE ,ES PARA SEGUIR CAPITALIZANDO A LOS MAYORES CAPITALES DEL PAÍS; LEVANDO DEL BULTO EL POBRE TRABAJADOR,QUE NI EN LA SALUD SE ATIENDE,CÓMO DEBE SER.
    UN COLOMBIANO MÁS.QUE ESPERA MÁS DE NUESTRA SELECCIÓN,PARA LA CLASIFICACIÓN AL MUNDIAL DE RUSIA.QUE LO QUE DIGAN LOS CORRUPTOS DE NUESTRO PAÍS.

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