Legisladores no recibirían salario por ausentismo.
El próximo 20 de julio será radicada la iniciativa que llevaría a un pago máximo mensual de $13’789.080 a cada senador y representante, y no $27’929.064 como está estipulado hoy.
Foto: Archivo El Espectador
Los congresistas no sesionan durante cuatro meses del año, pero reciben su salario.
El “salario de la indignación”. Así es conocido en muchos círculos de opinión el reciente aumento decretado, del 7,77 %, en la remuneración de los congresistas, que les permitió pasar a devengar mensualmente $27’929.064. Como se sabe, los senadores y representantes a la Cámara sólo asisten a sesiones de comisiones y plenarias los días martes y miércoles, y eventualmente uno que otro jueves, mientras que el salario mínimo mensual que devengan gran parte de los colombianos es de $689.454 por un trabajo de 48 horas cada semana.
El Congreso de la República es una de las instituciones con mayor imagen desfavorable en el país y para muchos ciudadanos su trabajo es muy pobre y no se justifican ese tipo de salarios tan altos, por lo que en más de una ocasión se ha intentado que haya una reducción. En 2015, la senadora Paola Holguín, del Centro Democrático, y la representante Angélica Lozano, de la Alianza Verde, presentaron dos proyectos encaminados a bajarles el pago a los congresistas. Como era de esperarse, ambas iniciativas sucumbieron y una vez más, hace pocos días, volvió la cólera ciudadana al conocer del decreto del Gobierno con el aumento salarial para los “padres” de la Patria.
Sin embargo, una vez más en el Capitolio Nacional, a modo de mea culpa,empezó a ser impulsado un proyecto de ley para bajar esa mensualidad. El objetivo central es reducir de una manera significativa los gastos del Estado con respeto a cada congresista. El senador Jimmy Chamorro, del Partido de la U, uno de sus promotores, anunció que el próximo 20 de julio, cuando regresan del receso de mitad de año, se dará la presentación del texto que establecería el mismo régimen que tienen los concejos municipales en Colombia: con pago por sesión laborada.
La intención es que se devengue un salario mínimo por cada sesión con un máximo de 20 sesiones al mes. Eso significaría que los legisladores pasarían a ganar $13’789.080, reduciendo casi en dos terceras partes los gastos directos que implica cada uno de ellos en Senado y Cámara.
Y al margen del objetivo central de bajar el salario, también se pasaría a combatir el fenómeno de ausentismo, que periódicamente tiene en el ojo del huracán al Congreso, ya que quien no vaya a las sesiones, no recibiría salario. “Si el Congreso quiere dar el mensaje adecuado al país, debe adelantar una reforma en este sentido. Es hora de cambiar la mentalidad para que quien llegue al Senado o la Cámara entienda que no va por un beneficio monetario, sino como un acto de servicio al país”, explicó Chamorro.
Pero el proyecto va más allá al señalar que no habría pago por el período que no se esté en labores. El reglamento del Congreso establece que las sesiones van del 20 de julio al 16 de diciembre y del 16 de marzo al 16 de junio de cada año, tiempo de sesiones ordinarias. Aunque suene insólito, los legisladores no sesionan en cuatro meses del año e igual reciben su remuneración mensual.
Poco a poco el proyecto de Chamorro va recibiendo el respaldo de algunos de sus homólogos. Precisamente el presidente de la U, Armando Benedetti, dijo que cualquier cosa que se haga para que la gente no se gane el sueldo sin trabajar, está bien. “Buscaré el consenso con los otros colegas del partido para que acompañen esa iniciativa”, dijo.
El senador Alfredo Ramos, del Centro Democrático, anunció por su parte que acompañará el proyecto porque los ciudadanos quieren un Congreso más austero y que trabaje: “El pago por sesión serviría mucho frente al fenómeno de falta de quórum, que es la peor ofensa para los electores”, enfatizó.
Con una justicia cuestionada y tras la caída en la Corte Constitucional de la Comisión de Aforados y el Consejo de Gobierno Judicial para revivir a la desacreditada Comisión de Acusación y al Consejo Superior de la Judicatura, hay voces que insisten en el camino de una constituyente para reformar esa rama. Y en el Congreso saben que si eso se da, de “carambola” podría implicarlos. Por eso muchos creen que llegó la hora de autorreformarse y proyectos como este son un primer paso.
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