Qué difícil es gobernar un país en el que todos quieren que los actos de gobierno los beneficien, pero que bajo ninguna circunstancia los afecten. Lo anterior lo digo a propósito de lo complejo que es para un Ministro de Hacienda enfrentar la situación en la que se encuentran sumidos los ingresos fiscales de la Nación, a propósito de la caída de los precios del petróleo. Estimativos indican que el país dejará de percibir anualmente, a partir del año 2015, una cifra cercana a los 25 billones de pesos en ingresos fiscales, por vía de impuestos, regalías y transferencias del sector petrolero. Para nadie puede ser una sorpresa que “un hueco” de esta magnitud exige nivelar el presupuesto nacional, reduciendo gastos y aumentando ingresos. De no hacerse las correcciones presupuestales, el país se verá abocado a perder su calificación de riesgo, lo que le implicará pagar mayores tasas de interés por los créditos de la nación, y de paso aumentar el costo de los créditos de todos los colombianos.
Miremos las cifras del presupuesto nacional. Los Ingresos de la nación proyectados para el año 2016 son del orden de $130 billones de pesos, de los cuales $120,5 billones se irán en gastos de funcionamiento, $25,9 en intereses de la deuda y tan solo $18 billones en inversión. Al sumar y restar estas cifras nos encontramos con “un hueco” de $31 billones de pesos.
Para corregir este desfase presupuestal hay varias alternativas.
La primera, recortar los gastos de funcionamiento. Estos corresponden a las entidades del orden nacional, incluyendo la rama judicial, los organismos de control y los gastos de salud, educación, seguridad y defensa, entre otros. Y crecientemente los pagos de pensiones de jubilación, subsidios de servicios públicos y de programas como familias en acción. Aceptando que aquí hay posibilidades de reducciones del gasto, es importante entender que los recortes reales se pueden hacer en nóminas, con la consabida protesta que se presentará para defender los puestos de trabajo. En pensiones y subsidios es imposible recortar. De resto, es muy pequeño lo que se puede realizar para aliviar el presupuesto.
Otra alternativa es incrementar los ingresos. Hay varias maneras de hacerlo. La primera es luchar frontalmente contra la evasión. Así lo ha venido haciendo la DIAN. Anualmente se ponen metas y las alcanzan. La segunda forma es eliminando las exenciones que existen para determinados sectores, que buscan incentivar una actividad económica o aliviar el costo de insumos básicos de la canasta familiar. Cada vez que se toca esta posibilidad, brincan los beneficiados y los Ministros sectoriales no ayudan a resolver el problema.
Miremos las cifras del presupuesto nacional. Los Ingresos de la nación proyectados para el año 2016 son del orden de $130 billones de pesos, de los cuales $120,5 billones se irán en gastos de funcionamiento, $25,9 en intereses de la deuda y tan solo $18 billones en inversión. Al sumar y restar estas cifras nos encontramos con “un hueco” de $31 billones de pesos.
Para corregir este desfase presupuestal hay varias alternativas.
La primera, recortar los gastos de funcionamiento. Estos corresponden a las entidades del orden nacional, incluyendo la rama judicial, los organismos de control y los gastos de salud, educación, seguridad y defensa, entre otros. Y crecientemente los pagos de pensiones de jubilación, subsidios de servicios públicos y de programas como familias en acción. Aceptando que aquí hay posibilidades de reducciones del gasto, es importante entender que los recortes reales se pueden hacer en nóminas, con la consabida protesta que se presentará para defender los puestos de trabajo. En pensiones y subsidios es imposible recortar. De resto, es muy pequeño lo que se puede realizar para aliviar el presupuesto.
Otra alternativa es incrementar los ingresos. Hay varias maneras de hacerlo. La primera es luchar frontalmente contra la evasión. Así lo ha venido haciendo la DIAN. Anualmente se ponen metas y las alcanzan. La segunda forma es eliminando las exenciones que existen para determinados sectores, que buscan incentivar una actividad económica o aliviar el costo de insumos básicos de la canasta familiar. Cada vez que se toca esta posibilidad, brincan los beneficiados y los Ministros sectoriales no ayudan a resolver el problema.
Y así es que llegamos a la tercera, y es la posibilidad de vender activos de la Nación. Cuando se piensa en esta alternativa, se recibe un rechazo de otro segmento de la población. Sin poder hacer más, llegamos a la famosa Reforma Tributaria, que en esencia siempre busca aumentar los ingresos vía mayores tasas, lo cual genera una rechifla de toda la población. Por último y pensando más en el mediano plazo, se puede hacer un esfuerzo por buscar rentas sustitutas a las del petróleo, con más descubrimientos de recursos naturales, que nos permitan volver a contar con los ingresos perdidos. Lamentablemente esta última posibilidad se torna cada vez más compleja por la dificultad de conseguir recursos para desarrollarla, y por la imposibilidad de adelantar proyectos de gran escala, por la oposición de líderes y comunidades. Lo estamos viendo cada vez que se construye una obra de infraestructura del país.
¿Qué hacer entonces? No queda otra alternativa que tomar la vía del medio, recortar gastos por un lado, privatizar activos e incrementar ingresos por el otro. Solo así es factible nivelar el presupuesto, para garantizar un entorno económico viable, que permita proyectar el país hacia adelante. Esa es la tan criticada tarea del Ministro de Hacienda.
¿Qué hacer entonces? No queda otra alternativa que tomar la vía del medio, recortar gastos por un lado, privatizar activos e incrementar ingresos por el otro. Solo así es factible nivelar el presupuesto, para garantizar un entorno económico viable, que permita proyectar el país hacia adelante. Esa es la tan criticada tarea del Ministro de Hacienda.
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